Piensa, Prensa y Pega.

6 de julio de 2011

Reflexiones y Precisiones

Pasadas las elecciones del Estado de México y ya definidos los números y resultados con probables impactos, que por mucho rato quitaron el sueño a los vividores de la politiquería en este país, dará inicio una gran movilización abierta o subterránea para conseguir o conservar la residencia oficial de Los Pinos, y no le van a aflojar hasta que se efectúen las elecciones federales y se den las cifras en julio del 2012. La Plaza México irá de caliente a sobrecalentada y de movida a muy movilizada.

Por todo el país se verá y escuchará de todo: expedientes negros de posibles candidatos, traiciones, “coqueteos” de negocio, declaración de corrupciones mutuas desde los principales partidos, amasiatos políticos de coyuntura, desprestigio constante entre las fuerzas políticas con mayor presencia, movimientos “de sombra” para cotizarse, “levantones” de aviso, y si los “líderes” nacionales, estatales o regionales llegan a considerar que le falta sabor, color y ruido a la campaña, no dudarán en acomodarle uno que otro muertito “accidental” para que amarren las acciones de proselitismo y vuelvan creíbles los avances y sus alcances.

Es un hecho que el presidente Felipe Calderón, los gobernadores alineados a él, los Secretarios de Estado, los ayuntamientos que se mueven bajo las enaguas de los ejecutivos estatales, las instituciones al servicio del PAN y personas claves de los poderes Legislativo y Judicial en sus diferentes niveles, al servicio del Ejecutivo Federal, todos, utilizarán los recursos a su alcance para buscar no entregar el poder que significa la Presidencia de la República, el manejo de los recursos de este país, los negocios posibles de cualquier tipo, eso que con riquezas insultantes –mal habidas casi siempre-, benefician a individuos, institutos políticos y familias, donde se incluyen hasta a los todavía no nacidos.

Se presiente que se avecina un proceso electoral 2012 muy descompuesto, de cuidados extremos, contaminado por la inseguridad y violencia aparecida en los últimos años, que seguramente traerá y atraerá sobresaltos impredecibles e inimaginables para la mayoría de mexicanos, sorpresas que pueden surgir cuando lo decidan quienes poseen y controlan el poder en este país, o aquellos que por muchas décadas usaron y abusaron de los recursos naturales, materiales y económicos de los mexicanos. Los que saquearon al país y ahora pretenden regresar a “Los Pinos”, para continuar con lo mismo de antes -digitalizado- pero con muchos más cuidados, para que les pueda durar más de 70 años.

El enrarecimiento del ambiente puede resultar mayor y de peores consecuencias para el presente y futuro de la sociedad mexicana, si alguno de los adversarios políticos se decide, de manera abierta o soterrada, por aliarse con los verdaderos jefes de los grupos de la delincuencia organizada que hoy flagela a la sociedad y que ellos bien conocen y han tolerado a su antojo y beneficio, por acción u omisión.

Mediante estudios profesionales se ha comprobado, desde hace mucho, en las naciones más desarrolladas de este planeta, que los grupos delincuenciales de las características de los mexicanos no pueden surgir, volverse prósperos y amenazar tan peligrosamente la seguridad y estabilidad de un país, si no es con la venia y el acompañamiento decidido y decisivo de las autoridades de todos los órdenes. Se ven involucradas, con diversos niveles de compromisos, componendas y componentes, instituciones y personajes claves de los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, desde una autoridad ejidal o comunal, hasta un encumbrado Secretario de Estado, pasando por presidentes municipales, diputados locales, senadores, diputados federales, procuradores de justicia, cuerpos policíacos, gobernadores, jueces, y por supuesto, no pocos parientes de muchos de ellos.

En Chiapas, referente al proceso electoral estatal y federal que ya inició informalmente y que se inhibe o estimula con lo que sucede en el resto del país, considera y toma muy en cuenta el tremendo aviso que se envió al decidir encarcelar al ex gobernador Pablo Salazar, y su consecuente ablandamiento, sazón y arrinconamiento de los principales actores políticos locales. Se podría decir que ya no se presentarán sustos mayores y que nadie se animará, en serio, a desafiar al poder central.

Aquí, ya Felipe Calderón se hizo de la rienda, la riata y consiguió espuelas propias; todos tienen cola que les pisen y por lo tanto, “inteligentemente”, decidirán sentarse en alguna oficina de la ciudad de México para ponerse de acuerdo, definir el tablero político y repartirse el “pastel chiapaneco”, en el que tendrá mano negociada con las fuerzas estatales el presidente Calderón. Y los institutos políticos habrán de ser acomodados, no necesariamente según su nivel de posicionamiento real, sino más bien, acorde a la fisonomía política que se haya pactado y trazado nacionalmente, gane el PRI o continúe el PAN. Todo se decidirá como siempre, en negociaciones previas, no en las urnas. Para eso falta mucho, no está fácil y trabajan pocos.

En Chiapas, lo que sí hay que esperar es que –con participación de fuerzas internas y externas- muy pronto habrá de empeorar un proceso que ya inició, nada casual, pero sí bastante natural y cíclico, que intentará distraer y debilitar más al gobernador Juan Sabines Guerrero, con el objetivo de que influya lo menos posible en las decisiones más importantes encaminadas a la configuración del próximo Ejecutivo Estatal, Legislativo y ayuntamientos chiapanecos. Arreciarán las filtraciones relativas a sus “programas de vestir”, el alcance real y los desmoronamientos que ya se les observan; y es probable que se conozca más sobre la verdadera deuda de la entidad y la aplicación de esos recursos públicos, entre otras cuestiones sensibles y de cuidado.

En los “Hechos, no palabras”, persuasivos, naturales o de distracción hacia el gobernador Sabines Guerrero, podríamos encontrar que también se le harán notar más las acciones fracasadas y las desatenciones en las diversas regiones de Chiapas; los grupos políticos aprovecharán para buscar las “mejores formas” de hacerse notar en el campo y las ciudades para exigir su “cuota y derecho de piso”; todos los actores políticos que se mueven como empleados del gobernador, empezarán a guardar distancia prudente de él, y los que hoy se conducen como propietarios de medios de comunicación o comunicadores al servicio de Don Juan, incrementarán sus exigencias, procurarán ser algo discretos en su entreguismo y menos espléndidos en sus calificativos. Así terminará el sexenio y luego vendrá más de lo mismo, como ha ocurrido en décadas en Chiapas, con las consecuencias bien conocidas por todos.

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