Piensa, Prensa y Pega.

20 de julio de 2011

Reflexiones y Precisiones

El arraigo. La semana anterior se conoció que el gobernador Juan Sabines Guerrero promoverá una serie de reformas al código penal de Chiapas, con la intención de eliminar del fuero común, la figura del arraigo. Entre otras cuestiones, argumentan y machacan que se debe a que viola flagrantemente los derechos humanos de los individuos, ya que durante el arraigo –reconocen ellos-, se abre la posibilidad para la comisión de cuanto abuso se le ocurra y se le antoje a la autoridad. Expresado con esta claridad, contundencia y aparente convicción, da la impresión de que lo hacen fundados en la experiencia lograda con sus 56 meses de gobernar a Chiapas, donde al “arraigo” lo volvieron costumbre, instrumento de presión y “estrategia jurídica” para humillar, ablandar y convencer.

En el apresurado y zalamero despliegue publicitario que sobre esta probable modificación al código penal dispusieron los asesores del ejecutivo estatal, incluyeron también difundir que Don Juan lo hace para preservar la integridad de los indiciados y evitar que sean privados de su libertad, sin antes haber sido escuchados por un juez. De concretarse la preocupación y propuestas de Sabines Guerrero, igualmente le agregaron que Chiapas sería el primer estado del país en lograr este propósito y convertirse en pionero en este “nuevo” sistema de aplicación de justicia.

Como siempre sucede aquí en la entidad, inmediatamente después de realizado el politizado anuncio, sobre la posible desaparición de la figura del arraigo, todos sus empleados se lo aplaudieron por anticipado, con fuerza y de forma desproporcionada. Colaboradores cercanos a él, del poder ejecutivo, no escatimaron en ponderaciones y elogios; sus políticos de temporada, todos endeudados con él, los del poder legislativo se deshicieron en halagos y dulzuras; sus subordinados del poder judicial, empezando por su presidente, quien a principios de este sexenio apareció inicialmente en el despacho del gobernador trabajando bajo las órdenes de Don Juan, calificó todo de gran noticia y hecho vanguardista; y los medios de comunicación al servicio del gobierno sabinista, sólo les faltó decir que las reformas por venir, las promovía Dios y no un ser mortal, con defectos, como hay millones.

El magistrado presidente del TSJE, Juan Gabriel Coutiño Gómez, expresó: “es motivo de celebrar estos anuncios que no harán más que enriquecer y continuar poniendo a la vanguardia a Chiapas”. “Sin duda alguna, es una gran noticia para la historia de la justicia en México, no sólo en Chiapas; el tema de eliminar “el arraigo” en los delitos del fuero común, es un señalamiento que Naciones Unidas ha hecho de manera constante a todas las autoridades de América Latina y es un honor que sea Chiapas, a través de un Ejecutivo con visión, quien envíe una iniciativa de esta naturaleza al Congreso del Estado”, indicó. Solamente le faltó agregar, que las reformas a promover, tienen propiedades medicinales.

Al promotor de las reformas al código penal chiapaneco y a todos los actores que hasta hoy se han pronunciado en los términos aquí asentados, habría que preguntarles con claridad, despacio, en frio y viéndolos a la cara: si eliminar la figura del arraigo es tan importante, humano y urgente, por inconstitucional, anticonstitucional y por atropellar sin misericordia y groseramente los derechos humanos, ¿por qué se dieron cuenta y la iniciaron 4 años y medio después de que empezaron como gobierno y a pocos meses de que concluyan?.

Las iniciativas penales por realizarse, sin duda, son inaplazables, pueden llegar a tener un gran valor, impacto y trascendencia, pero en las condiciones en que se dan, en esta coyuntura, no se podrá evitar que se piense que más bien parece que las futuras modificaciones a leyes locales, obedecen, se fundamentan y promueven para protegerse y beneficiarse ellos mismos al terminar esta administración, antes que hacerlo por convicción, ética y preocupados por los demás.

El día del abogado. El 12 de julio, en los medios de comunicación impresos y electrónicos, regionales, estatales y nacionales, se dio cuenta de la celebración que los abogados hacen en su día, y bien vale la pena aprovecharlo para reflexionar y precisar algunos aspectos de utilidad para ellos y la sociedad en general.

Resulta evidente que mucho –casi todo- de la función social de los abogados, particularmente en Chiapas, se ha olvidado o extraviado, y generalmente quienes se dedican a esta actividad, en el campo del litigio, hoy únicamente se limitan a desempeñarse como “corredores de bienes raíces” de los jueces y “promotores de compra-venta” de los ministerios públicos.

Los abogados que se desempeñan en la docencia, la mayoría, apenas logran ser regulares pericos metidos de profesores que se ocupan de adiestrar a sus alumnos para que aprendan sólo a repetir y no a leer con sentido crítico, reflexionando con seriedad, concluyendo con claridad y comprometiéndose, decididamente, en la transformación de una realidad injusta, con arraigados usos y costumbres que producen y reproducen injusticias de todo tipo y de manera recurrente.

De los abogados que simulan dedicarse a la investigación, de sus resultados, públicamente se desconoce todo, y menos se sabe de frutos obtenidos por abogados en el ejercicio de una investigación profesional, que hayan posibilitado una convivencia social más justa, donde prevalezca la aplicación estricta de la norma y no el tráfico puntual, basados en el dinero.

De abogados litigantes, docentes e investigadores desempeñándose profesionalmente en Chiapas, se puede decir que son exageradamente pocos los que cumplen su función social, su razón de ser y con la trascendencia de su oficio. A la mayoría de abogados, fácilmente los encontramos ocupados traficando con sus “conocimientos”, ofertando al mejor postor sus habilidades, hilvanando relaciones perversas con ministerios públicos, comandantes y jueces; como loros, sin ningún beneficio social, repitiendo hasta en latín, dentro de las aulas, y simulando investigar, sin que en mucho tiempo se conozcan resultados sustantivos y trascendentes socialmente. A los abogados dignos, íntegros, honestos y comprometidos con la sociedad -que los hay-, felicidades por el “Día del Abogado”.

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