En
las últimas semanas, en Chiapas, se viene exhibiendo cada vez con
mayor claridad y cuerpo, un movimiento oficial promovido urgentemente
desde las oficinas gubernamentales, en contra de la Comisión Federal
de Electricidad (CFE), que para empezar, entre otras cuestiones,
pareciera que pretende manipular cuanto puede para destacar que el
principal problema y el de mayor gravedad para los chiapanecos, es
el que enfrentan y los que se derivan de las tarifas injustas
impuestas por la CFE por concepto de suministro de energía
eléctrica. Pero no es cierto, los peores flagelos para la sociedad
chiapaneca siempre han sido y son: la pobreza, la marginación, las
desigualdades, los abusos e irresponsabilidades de sus autoridades,
las paupérrimas condiciones de bienestar social, la corrupción, la
impunidad como costumbre y los malos gobiernos, como tradición o
maldición, entre los más importantes.
Sobre
esta tendenciosa rebelión oficial contra la CFE en Chiapas,
existen varios aspectos que precisar, algunas cuestiones que
reflexionar y algunas propuestas que habría que hacer, para que al
final no queden dudas de que esta atropellada rebelión oficial
es un movimiento político bien parapetado tras las injustas tarifas
de la CFE, circunscrito dentro del proceso de transición de los
gobiernos Federal y del Estado: se trata de una protesta
sobrecalentada que pretende distraernos de algo mayor; es una
protesta social maniobrada desde el poder que, independientemente de
la magnitud de los logros que obtenga, quienes más cosecharán
beneficios serán las autoridades que la promueven.
Es
cierto que en Chiapas las tarifas por consumo de energía eléctrica,
generalmente, son abusivas e injustas y que se deben combatir, como
también lo es el hecho de que los chiapanecos llevan décadas
padeciendo estos abusos y hasta ahora reaccionan los gobiernos y sus
comparsas. Es verdad que Chiapas contribuye al país con importantes
volúmenes de energía hidroeléctrica, pero no a partir de hace unas
semanas, sino hace más de 30 años. Es evidente que los
gobernantes y políticos del centro del país, llevan alrededor de
medio siglo tratando injustamente al pueblo chiapaneco, sí, pero no
solamente en el renglón de las tarifas eléctricas, sino en todo lo
relacionado a lo que la federación obtiene y se sirve de Chiapas
y cuánto, en reciprocidad o correspondencia -casi como burla- el
gobierno federal otorga a la entidad para atender sus necesidades
básicas y urgentes en infraestructura social, productiva y de
servicios.
Desde
la óptica anterior, el asunto importante de las tarifas injustas de
la CFE resulta una cuestión mucho menor y hasta risible, comparada
con la infinidad de injusticias, maltratos, traiciones,
complicidades, olvidos y vejaciones, a las que el gobierno federal y
los políticos de ese nivel, desde siempre, tienen sometidos a los
chiapanecos. ¿Por qué de todo esto, los actuales promotores y
actores de la justa rebelión, oficiales y oficiosos, dicen nada?,
¿casualidad o perversidad? Existen elementos objetivos y
subjetivos para concluir que estamos ante una rebelión previamente
acordada en cuándo iniciar, con qué volumen, sus alcances y su
durabilidad. Lástima tanto desperdicio, lamentable el manoseo que no
a pocos gusta.
Da
coraje y hasta asco ver la forma en cómo los ayuntamientos,
diputados, “líderes sociales”, empresarios beneficiados por el
estado, funcionarios del ejecutivo, medios de comunicación y
comunicadores, asociaciones oficialistas y hasta religiosos
domesticados, entre otros oportunistas, todos ellos,
cumpliendo la instrucción oficial de echarle montón y hacerle eco
a la idea de gobierno, todos ellos, aprovechando el viaje,
intentan venderse a la sociedad como: conscientes, comprometidos,
representantes populares y luchadores sociales; cuando siempre han
estado muy lejos de serlo, cuando es obvio que solamente están
cumpliendo órdenes de gobierno y que cuando el gobernante logre sus
objetivos y lo ordene, todos ellos, irán tomando distancia
gradual del asunto, moderarán paulatinamente su tono, irá
escaseando su acompañamiento y al final, previo acuerdo político,
con logros sociales de pequeño impacto, el asunto lo olvidarán con
los cuidados necesarios para mantenerlo latente y en condiciones de
ser manipulado cuando sus intereses así lo necesiten.
Curiosamente,
si revisamos las propuestas y promesas que durante su campaña
política hizo a los chiapanecos “El Güero” Velasco, hoy
gobernador electo, encontramos que la “tarifa justa para
Chiapas” al consumo de energía eléctrica, fue uno de sus
ofrecimientos de batalla y el hecho de que se organice una rebelión
de estado, a él le beneficia. Si no le resuelve del todo
su ofrecimiento, bastante le allanará el camino y no poco le
ablandará el terreno. Además, le ahorrará tener que pagar el costo
político de aparecer desde un principio con una imagen de joven
gobernante inmaduro, inexperto y belicoso. Evitará, por ahora,
mostrarse como aquél que acostumbre manipular las necesidades y
movimientos sociales, primero en su beneficio y después
limitadamente, a favor de sus gobernados. Así la situación en esto
de la rebelión de estado, el mayor beneficiado con la
rebelión oficial bien puede ser “El Güero” Velasco,
luego Don Juan Sabines, para negociar algo adicional a favor de su
futuro político, y al final, de escaso impacto social, el usuario
chiapaneco de energía eléctrica.
La
rebelión de Estado en contra de la Comisión Federal de
Electricidad, sin lugar a dudas, ha sido previamente concebida,
diseñada, ponderada, calibrada, calculada en sus riesgos y
beneficios, y tiene la autorización de los principales personajes
políticos del centro del país, de los que ya se van y de los que
vienen. Un movimiento y desafío de esta naturaleza, tamaño y en
este tono, ellos no lo acostumbran sin permiso de sus superiores y
sin compartirles ganancias inmediatas y mediatas. ¿Quién sabe
qué están tramando los gobernantes que vienen? y ¿quién sabe si
no luego se vuelva una forma “inteligente y civilizada” de
gobierno con la que mediante manipulación social, presión,
chantajes y “jugadas de pared”, se trate de obtener recursos y
apoyos extraordinarios de la federación? Una estrategia para sortear
exitosamente a los grupos de poder que desde el centro del país
distribuyen, arbitrariamente, los recursos económicos a los estados.
Como sea, lo cierto es que, desde el principio y hasta el final,
siempre los más beneficiados serán los gobiernos del estado y
municipales, los que acostumbran disponer discrecional y
arbitrariamente de los recursos públicos, y solamente hasta el
último momento y en proporciones risibles -comparada con la magnitud
de los rezagos- les llegará algo, como dadivas, a las comunidades y
a los grupos sociales que constantemente estarán colocados en
condiciones óptimas para la manipulación y el manoseo
oficializados.
Si
en verdad estuviéramos ante una movilización social auténtica,
amplia y de fondo, de abajo hacia arriba, para empezar: los gobiernos
buscarían con todo su poder, “achicarla” por decreto; no
estarían los que de alguna forma son gobierno o beneficiarios
directos de ellos; no le echarían montón los medios de comunicación
al servicio del estado; no le harían tanta bulla y baile sus
“analistas” y “comentaristas” a sueldo; y no se andaría
cazando conejos con granadas. Si el movimiento “tarifa justa
para Chiapas” constituyera únicamente la expresión genuina y
limpia de los millones de ciudadanos que padecen los abusos de esta
empresa paraestatal, seguro, ya juntos como aparentemente están,
“todos los sectores del campo y la ciudad”, no se desgastarían
abocándose solamente al costo de la energía eléctrica, de una vez
aprovecharían la energía social acumulada y despierta para, en el
mismo viaje, exigir democracia verdadera, justicia social, libertades
plenas, seguridad en todos los órdenes, empleo suficiente y bien
remunerado, viviendas, cumplimiento a los “Acuerdos de San Andrés”,
etcétera. No se desperdiciaría pólvora para eliminar zopilotes,
pudiendo matarlos con resorteras. Esto de la rebelión de Estado:
trae cola, cabeza y careta.
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