Piensa, Prensa y Pega.

29 de agosto de 2012

Reflexiones y Precisiones

No es fácil substraerse a lo que diariamente hace más ruido, aunque sea basura; y es difícil no extraviarse en lo intrascendente, aunque resulte obvio. Ambas posiciones, al final, hacen que lo importante pase inadvertido, que no se le mencione y mucho menos se le cuestione, denuncie y exhiba. Todos quienes de alguna forma es su obligación o tratan de estar pendientes, por afición, de lo que acontece en el ámbito local, estatal o nacional, en lo político, económico o social, es de su incumbencia no dejar que algo escape a la observación, al análisis y a la propuesta. Aunque resulten participaciones modestas, siempre habría que intentarlo y moverse en esta dirección; con responsabilidad celosa, sentido crítico y agudeza visual. Comportarse de otra manera termina ayudando a la autoridad irresponsable, al funcionario abusivo, al politiquero, al empresario insaciable, al ciudadano apático, al religioso cómplice, al delincuente metido a político y a todos quienes viven de los demás y pisoteando a ellos.

Algo sobre la educación pública. En las últimas semanas, la sociedad ha sido testigo de cómo el Estado mexicano, otra vez y periódicamente, como una constante, le viene fallando a sus gobernados respecto al derecho constitucional que ellos tienen de contar con una educación pública suficiente, científica, crítica y gratuita, en todos los niveles educativos y en todo el territorio nacional. Si hacemos cuentas ya suman millones las personas que en este país no tienen acceso a la educación, cuya obligación de proporcionarla y garantizarla es del Estado. Los servicios educativos, empezando por el nivel preescolar, primaria, secundaria, preparatoria y terminando con las universidades en este país, son desde hace mucho y cada vez más: insuficientes, de mala calidad, y por si hiciera falta, la cuestión tiende a empeorar, mientras paralelo a ello y a ritmo parecido, el comercio atractivo con la educación privada, enraíza a fondo, crece, se fortalece y florece como un negocio más en esta sociedad, solamente sujeto a las leyes de la oferta y la demanda, a la compra-venta, nada más. La ganancia como única inspiración en este quehacer, generalmente, divorciado de compromiso social, de profesionalismo real y de probado servicio a la comunidad. Con la formación que hoy reciben los profesionistas egresados, primero piensan cómo hacerse ricos o cómo vivir fácil y rodeados de comodidades, sólo eso y casi nunca se cuestionan sobre, cómo cumplir con su deber: buscar ser útiles socialmente.

Es evidente que al igual que en los otros aspectos de la vida nacional, también en el renglón educativo se presenta y padece una crisis profunda y generalizada, una infraestructura educativa en rezago, malas condiciones y abandono; mobiliario y equipamiento deficitario y obsoleto; recursos humanos insuficientes y generalmente sin la formación y actualización continua, aunque eso sí, cargada de retórica y simulaciones; y grupos de presión que comportándose como verdaderas mafias, viven distraídos y en lucha permanente por defender y acumular poder al interior de los centros educativos y en las instituciones federales y de los estados que deberían de hacer valer las normas y la consecuente operatividad satisfactoria en todo el sistema educativo mexicano. Un sistema nacional en manos de un gobierno exclusivamente preocupado por los perfiles profesionales que la iniciativa privada necesita o demandará a futuro, para incrementar cada vez más sus ganancias; una autoridad olvidada que la educación debe servir, antes que otra cosa, para formar mujeres y hombres útiles a la sociedad, cuyos conocimientos y habilidades puestas al servicio de la misma, se conviertan en la bujía y brújula necesarias para la construcción y fortalecimiento de una sociedad satisfecha y en armonía. Compromiso social que gobierno y sociedad necesitan para transformar todo en una realidad humanamente civilizada, placentera, donde cada uno tenga lo necesario para vivir bien, donde todos cumplan con su deber.

Algo sobre la educación privada. Mientras la educación pública en México la desplazan en “silla de ruedas”, la educación privada se mueve en lujosos vehículos automotores, yates o en aeronaves particulares. Hace más o menos 35 años, en el país no se conocía ni se escuchaba hablar tanto de ofertas de escuelas privadas, hoy en cualquier ciudad mexicana, por pequeña que esta sea, ya se ofrece educación básica, media superior y universitaria, privada no pública. De esta manera se hace evidente que faltan jardines de niños, primarias, secundarias, preparatorias y universidades con licenciaturas y posgrados, que atiendan las justas demandas de niños, jóvenes y adultos. El gobierno está faltando, casi criminalmente, con su obligación constitucional. Cada vez que inicia un nuevo ciclo escolar, se pone más de manifiesto que la crisis en todo el sistema educativo mexicano, es una realidad cada día más grave. Esta crisis también nos deja ver que el incumplimiento en la educación pública es la madre de la educación privada, cuyos beneficiados directos, frecuentemente, resultan ser funcionarios, ex funcionarios o familiares de las autoridades responsables del déficit o desastre en la educación pública. Los incumplimientos constitucionales en materia de educación pública, estimulan y alimentan, directamente, el nacimiento y desarrollo exitoso del ahora gran negocio de vender y comprar educación privada: privada de todo, incluido compromiso social y vergüenza, casi siempre.

Para que este asunto de la educación pública y privada no se quede en una reflexión insípida, o lo que es peor, extraterrestre, conviene ilustrarlo con algunos detalles que se presentan en el municipio de San Cristóbal de Las Casas, Chiapas. Aquí en la ciudad, hasta se puede presumir el hecho de que ante la irresponsabilidad gubernamental de garantizar educación pública y de calidad, suficientes, ya el sector privado oferta y en mucho, educación preescolar, primaria, secundaria, preparatoria y universitaria, con licenciaturas y posgrados, que dejan bastante para decir y desear, de donde lamentablemente, al final se ven egresar, periódicamente, a cientos y cientos de jóvenes, mujeres y hombres, que luego después se dedican a desempeñar cualquier actividad para poder medio sobrevivir. Profesionalmente, casi nunca ponen en práctica los conocimientos adquiridos y mucho menos, ellos por sí mismos, intentan buscar la manera de, cómo esas capacidades y habilidades, cultivadas y adquiridas, pudieran ser útiles para concebir y desarrollar una sociedad consciente de sus derechos y obligaciones; justa, participativa, satisfecha y en paz.

Crisis y desastres se dibujan y pintan en la educación mexicana, por todos lados y en los diferentes niveles educativos, y todo está condenado a persistir y empeorar, mientras el injusto e inhumano sistema político y económico actual siga en lo mismo, en desarrollo y reproduciéndose, criminalmente. Nada de todo lo que sucede en la educación es casual. A los gobiernos mexicanos, por sus hechos, no les interesa una sociedad que desarrolle sus capacidades cognoscitivas, críticas y propositivas, consciente y comprometida. Lo ven como un gran riesgo a su sobrevivencia y reproducción. Ellos, los gobernantes de hoy, necesitan mayorías ignorantes, empobrecidas en todos los aspectos humanos, apáticos y potencialmente manipulables. Que no aprendan a ver más allá de lo inmediato; que sean insensibles al sufrimiento humano; que no entiendan de solidaridad; que les distraiga lo individual y no aprendan a valorar lo común; que sepan sólo obedecer y jamás se les ocurra aprender a mandar; que cumplan, no que piensen; y para redondear todo, que a las injusticias y sufrimientos terrenales, no le anden buscando explicaciones humanas, sino justificaciones celestiales, intromisiones divinas. Que se contenten y conformen pensando que el que aquí sufra, en el más allá gozará. Que si aquí les correspondió el infierno, allá les espera el paraíso.

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