Piensa, Prensa y Pega.

11 de junio de 2015

Reflexiones y Precisiones

Hay que verlas como si fueran lecciones y enseñanzas

Lo acontecido en el estado de Chiapas los primeros días de junio de 2015, hay que observarlo como si se tratara de clases prácticas sobre dificultades y complicaciones, de lo que en un futuro no muy lejano pudiera generalizarse en la entidad y en todo el país, con dimensiones mucho mayores, más complejas y más difíciles de contener, revertir y resolver. Bien pudiéramos estar en el penúltimo    
llamado. 

Independientemente de la pureza, legitimidad o contaminación del reciente movimiento social, hay que entenderlo y asimilarlo como una sacudida a medias, una pequeña muestra, una enseñanza, una oportunidad para ver y razonar sobre lo que está por sobrevenir si el gobierno y la sociedad continúan en la misma dirección y con los mismos comportamientos: irresponsabilidad institucional absoluta, abusos de toda índole, ineptitudes bien logradas, la deshonestidad como sello oficial y la gran apatía de los ciudadanos, que muy bien sabe manipular y aprovechar la clase política gobernante. 

Ningún buen futuro, nada bueno y saludable, socialmente, les espera a las autoridades y a los  ciudadanos si las relaciones sociales persisten en su deterioro, si las injusticias y los sufrimientos se profundizan cada día más, si las desigualdades las hacen más notorias; si a la violencia, la corrupción, la impunidad y la irresponsabilidad social, los gobiernos de México las convierten en casi políticas públicas, fondo y forma utilizada para conducir y explotar a cientos de millones de hombres y mujeres, hacia un lugar bien cierto: LA EMERGENCIA NACIONAL Y EL DESASTRE SOCIAL. En eso ya estamos y para allá vamos. Solamente faltan tiempo y temperatura.

 

En Chiapas y México; la pobreza, el desempleo, las enfermedades, el hambre, la violencia, los abusos oficiales y las desigualdades sociales, ya están empujando hacia UN PARTO DE ALTO RIESGO.

Lo vivido en el estado de Chiapas los primeros días de junio, será apenas una caricatura, cuando el desempleo y el hambre obliguen a miles o millones de mexicanos a buscar y obtener comida de la forma que sea necesaria; donde haya, en las cantidades que se pueda, sin pagar su costo (no tienen dinero) y con los niveles de violencia que la situación los obligue. Imaginemos escenarios donde cientos y miles de personas buscan comida hasta encontrar; en las grandes tiendas transnacionales, en las medianas cadenas departamentales, en los pequeños negocios y hasta en la tienda de la esquina. Nadie escapará al hambre reprimida por años y décadas de distribución inequitativa de la riqueza. PERDERÁ MÁS QUIEN MÁS POSEA; ARRIESGARÁ NADA QUIEN NADA TIENE.

Imaginemos a los miles o millones de familiares de los mexicanos enfermos, los que no pueden comprar su medicina, buscando organizadamente cómo obtener -por las buenas o malas, pero sin comprarlos-, los medicamentos que necesitan para ayudar a sus parientes a no morir o a morir con dignidad. 

 

Aprendamos con urgencia, esto no debe continuar. 

Sobre los lamentables acontecimientos sucedidos hasta el día sábado 6 de junio, muy de madrugada, (fecha y hora en que se escribe este trabajo) se ha dicho mucho: razonamientos serios, apuntes clasistas, señalamientos racistas, cuestionamientos desesperados, anotaciones tendenciosas y muchos supuestos para complacer y cobrar.

En voz baja, se argumenta que es el gobierno federal el queha tejido y operado todas estas manifestaciones de inconformidad social por todo el territorio nacional. Que según la problemática que se viva en cada región o estado de la República, en abierta complicidad con los actores locales, así es la forma que adopta la violencia que han cultivado y hecho asomar, en cuando menos los últimos 12 meses y más, los 30 días previos a las elecciones: desapariciones forzadas, asesinatos con cálculo acción-reacción, ejecuciones sumarias, secuestros, crímenes de Estado y todo aquello que les pueda ser útil para atemorizar, atontar, confundir, quitar cabezas, cortar extremidades (figurativamente hablando) e inhibir la participación ciudadana, desmovilizar, es lo que se ha vivido y soportado, sin importarles los riesgos que se corren si sus perversos ensayos se salen de control, si son desobedecidos, si se menospreciaron las capacidades o si resultan traicionados por otros con más ambición de poder que ellos.

Como sea e independientemente de lo que resulte de las movilizaciones del mes de junio del 2015, bien se puede adelantar que otra vez y mayormente, no beneficiarán a los millones de pobres de este país; serán los líderes de siempre y la clase política hoy en el poder o en la reserva, los grandes favorecidos con todos estos hechos violentos y viciados. YA SE VERÁ Y NO HAY QUE ESPERAR MUCHO. 

De momento, para lo único que bien pueden servir a las mayorías todas estas manifestaciones de inconformidad, con cálculo de costo-beneficio incluido, es para observar bien, llevar un registro preciso y puntual de los actores, razonar, reflexionar y reaccionar con urgencia, hacia la bien cimentada ORGANIZACIÓN que se necesita para que las próximas movilizaciones sociales y sus resultados, representen y beneficien, verdaderamente, a los ignorados, a las decenas de millones de hombres y mujeres con hambre, desempleados, enfermos, sin una vivienda y sin saber si mañana habrá comida para los niños, los abuelos, los desahuciados, los más desprotegidos y despreciados por el actual sistema político mexicano.

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