El Machucón

Los gobiernos de Felipe Calderón y Juan Sabines, deben poner mucha atención en lo que dijo el obispo Felipe Arizmendi Esquivel, porque él no se junta con cualquier persona, no come en cualquier mesa y mucho menos acepta cualquier plato, si no, recuerden que en el mes de julio él casó a la hija de Emilio Chuayffet Chemor. Que en la boda celebrada en el Distrito Federal, estuvo Carlos Salinas de Gortari, presidente de México cuando en el sureste del país surgió el Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Que a esa boda asistió la mafia mayor del Partido Revolucionario Institucional y estuvo representada toda la élite empresarial mexicana. Que a la boda asistió Enrique Peña Nieto y su gaviota, candidato fuerte a la próxima presidencia de la república, apoyado por la clase política y económica más alta de este país. Que Don Felipe Arizmendi, con todos compartió recuerdos y alegrías de la niña Carolina, que casaba en julio, la hija más pequeña de Emilio Chuayffet, Secretario de Gobernación, en tiempos claves de los mayores y más recientes operativos contrainsurgentes en México, ejemplificado muy bien con el crimen de Estado perpetrado en Acteal. Que el obispo Arizmendi, no se manda sólo, que es obediente hacia arriba y que sabe bien sobre desobediencias y todos los “castigos divinos” en la tierra. Que Don Felipe sabe de historia, comercio internacional, geografía política, neoliberalismo, lucha de clases, que puede expresarse en varios idiomas, que no acostumbra hablar de más y que el 21 de octubre, por responsabilidad y prudencia, habló menos y guardó más. Ah, y aunque no lo crean, después del “bazucaso” que el 21 lanzó don Felipe, posterior a la música y lubricante político que el 18 colocó el arzobispo Rogelio Cabrera López, apoyando la “Reforma Electoral”, todos los dispositivos de los organismos de “seguridad e inteligencia” del Estado Mexicano, se dispararon y jurgaron peligrosamente, no porque les represente novedad, sino porque les resultó una indiscreción no acordada. Ajá, y por qué esta semana el gobierno emitió alerta máxima hacia instalaciones e infraestructura estratégicas: presas, pozos y puentes, entre otros, ¿verdadera preocupación o sólo circo previo para mayor represión?.