Piensa, Prensa y Pega.

2 de mayo de 2012

Reflexiones y Precisiones


La reciente celebración, por todo México, del “Día de la Niña y el Niño”, puede ser una fecha propicia para intentar algunas “Reflexiones y Precisiones” que ayuden en algo a que la sociedad y los gobiernos se toquen el alma y aligeren el cuerpo. Para que con honestidad revisen cuánto de lo que hoy hacen, en verdad contribuye decisivamente, a la construcción de un buen presente y futuro para las niñas y niños de este país, y cuánto de lo que el gobierno y la sociedad emprenden, sólo son trivialidades y burlas frente a las verdaderas necesidades y urgencias de las niñas y niños.


Organismos internacionales, nacionales, estatales y municipales, cada uno en el ámbito de su competencia, hace lo suyo y a su manera, lo que considera apropiado para proteger y promover acciones a favor de las niñas y niños. Encontramos que inician leyes, firman tratados internacionales, convenios multinacionales, presentan programas y proyectos de alcance mundial, regional, nacional y locales, en la búsqueda de mejores condiciones económicas, materiales, naturales y ambientales, entre otras, para que las niñas y niños vivan y se desarrollen en situaciones óptimas, humanamente aceptables. Sin embargo, hoy lo deseado y proyectado por todos los involucrados, está muy lejos de lo logrado. En México, y más específicamente en el estado de Chiapas, aún con todo, no se puede afirmar que las condiciones en que vive la mayoría de los infantes, son más favorables a las que afrontaban hace 30 años.


En la república mexicana, con frecuencia las autoridades dicen que están haciendo lo suficiente por las niñas y niños de este país; sueltan cifras, proyectan imágenes e inducen testimonios, para no dejar dudas de que se están conduciendo con certeza, claridad, prontitud, esmero y eficiencia, pero no es cierto, la información cotidiana y objetiva, demuestra que ni las superficialidades las cubren todas y bien, mucho menos los aspectos de fondo y urgentes que garanticen a los pequeños una vida plena y un desarrollo humanamente aceptable, que corresponda al siglo XXI, a los avances científicos en todos los campos de la humanidad.


La difícil situación de las niñas y niños en México y Chiapas, si la queremos conocer crudamente, tenemos que ir de abajo hacia arriba, como debe ser, y no de la “Residencia Oficial de los Pinos” a las populosas zonas residenciales de “Las Lomas” y “Polanco” en la ciudad de México. Debemos ir de las decenas de miles de comunidades rurales a los miles de barrios y colonias pobres en las áreas urbanas de Chiapas, sería suficiente y bien ilustrativo, y no quedarían dudas sobre lo que aquí se afirma. Desde luego, habría que evitar las oficiales estadísticas engañosas, no dar cabida a las cuentas y cuentos alegres de las autoridades que manipulan y maquillan la verdadera realidad de la niñez en la entidad.


En Chiapas, se cuentan por miles las comunidades donde las niñas y los niños sufren de hambre, desnutrición severa y padecen enfermedades. Donde no se atiende adecuada y oportunamente su salud, educación, alimentación y todo aquello que los menores necesitan para vivir y desarrollarse de manera plena, justa y digna. Niñas y niños en condiciones civilizadas, a los que se les posibilite la armonía familiar, el esparcimiento, la felicidad real y duradera, y no sólo falsas alegrías temporales, que las autoridades utilizan para fabricar escenarios de autocomplacencias oficiales, para “comprobar” cuantiosos recursos financieros destinados a la niñez; para simular a los de aquí, a los de allá y al mundo, que ellos se ocupan de sus responsabilidades hacia las niñas y niños chiapanecos. Pura farsa, discursos, saliva, espuma y palabrería que cada vez menos, convence, sólo conforma y confunde.


En Chiapas, todas y todos aquellos que no reciben dinero de los gobiernos y quienes no andan coqueteando para que les de éste o el que viene, saben bien y lo difunden, que las condiciones actuales y para el futuro de las niñas y niños en Chiapas, no están y no pintan nada bien. Hacen falta los instrumentos y medios elementales para atenderles correcta y suficientemente, desde antes de que ingresen a la educación preescolar, durante ésta y en los años de la educación primaria, para empezar. Aunque las autoridades digan lo contrario, en las áreas urbanas y rurales de Chiapas faltan escuelas dignas, maestros, materiales de apoyo y el equipamiento apropiado. La atención a la salud de las niñas y niños presenta graves rezagos e insuficiencias lacerantes, y por donde se vea, son evidentes las señales que indican escasez de alimentos y miserable alimentación.


Si todo lo dispuesto para la niñez de Chiapas en los últimos 30 años, cuando menos, hubiera resultado exitoso, ya en la entidad estuviera superado, mínimamente, lo relacionado a la educación, salud y alimentación de las niñas y niños. Evidente y lamentablemente, hoy la situación es peor que hace 30 años y tiende a dificultarse más: son más las enfermedades curables martirizando y matando a los pequeños, peor es la alimentación, y las condiciones en que se da la educación, son las óptimas para conservar y reproducir a una población ignorante, apática y presa fácil de la parasitaria clase política y magisterial. Las cuestiones para con las niñas y niños chiapanecos, del campo y las ciudades, van mal, y no se ve el interés, verdadero e inteligente, de que los gobernantes deseen encausarlo correcta y urgentemente.


La celebración del “Día de la Niña y el Niño” en Chiapas y todo México, debiera servir para algo más que frivolidades y griterío oficiales, debería aprovecharse para que gobierno y sociedad razonen y se hablen con la verdad; que evalúen y conozcan lo que está sucediendo con el presente de la niñez en México, y qué futuro les espera. Concientizarnos de que vamos mal, concluir qué hay que hacer y responsabilizarnos, sociedad y gobierno, de las tareas colectivas urgentes por realizar. Sería un crimen no hacerlo y a estas alturas, ya son muchos los criminales.

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