Resulta
importante no olvidar las fechas valiosas para la sociedad, pero más
debiera ser el hecho de tratar de recordar siempre, el por qué y los
alcances de las celebraciones. Más por costumbre que por
conocimiento y convicción, se hacen “puentes”, se entonan
himnos, se pronuncian discursos, se queman cuetes y se comparten
tamales, para celebrar y reconocer, todos los años, hechos
históricos, días memorables y a personas que con su conducta,
compromiso o compañía, contribuyeron grandemente a la
construcción de la sociedad actual. Todos festejamos en “automático”
y no pocas veces, casi nadie comprende con sentido crítico, la
aportación social de la fecha rememorada o de la persona a quien se
recuerda. Conviene pues, festejar conscientemente, celebrar sin
extravíos y rememorar para aprender de las personas, los hechos y
sus aportaciones.
El
15 de mayo se ha instituido como “Día del Maestro y la
Maestra”, y todos los años se suspenden clases. En las
instituciones educativas, se les organiza festivales con cantos,
bailes, poemas y bocadillos. A los maestros y maestras se les dan
regalos, reconocimientos, abrazos, sonrisas, se les atiende y mima a
todos y todas por igual. Sin embargo, nadie trae a cuentas,
críticamente, la trascendencia de su oficio, el significado y la
enorme importancia estratégica que puede llegar a tener su
actividad, como medio e instrumento para la transformación social,
para la promoción de cambios favorables; como bujía para la energía
social adormecida y como brújula para las inquietudes y propuestas
ciudadanas. El maestro o maestra merecen lo que se le da y más.
Bien ganadas tienen las atenciones anuales, aunque conviene aclarar
que hay de maestro a maestro y de maestra a maestra.
Mucho
bien haría puntualizar el día de “El Maestro y La Maestra”,
que en esta fecha se les reconoce y celebra a todos aquellos y
aquellas que desde el nivel preescolar hasta la universidad –desde
la educación básica, hasta los posgrados-, nunca olvidan y mucho
menos descuidan, la responsabilidad que tienen de formar a mujeres y
hombres conscientes de su realidad, capaces, honrados, críticos,
propositivos y comprometidos socialmente. Se debe recordar que el día
de “El Maestro y La Maestra” se festeja en honor a quienes
se preocupan y contribuyen a formar, no a deformar, a los que con su
desempeño diario dan contenido a las mujeres y hombres que
posteriormente sabrán conducirse y comportarse con responsabilidad
y de manera digna, ocupados siempre del bien común y de lo
sustantivo; lo real, no lo aparente, lo que trasciende, no lo que
distrae, entretiene, confunde o atonta. Convendría recordar y
recordarles en el día de “El Maestro y La Maestra” que
esta fecha es para reconocer y aplaudir a todos aquellos y aquellas
que entregan su alma, emociones, corazón y vida, en la formación de
hombres y mujeres con conocimientos y capacidades para promover
bienestar social, justicia, democracia y libertades plenas. Hombres y
mujeres que se comprometan y coadyuven a buscar y construir una
sociedad satisfecha, cuyo bienestar se disfrute, no se añore.
También
debe dejarse bien claro que el 15 de mayo, día de “El Maestro y
La Maestra”, no se estableció para ponderar a todos aquellos y
aquellas que se prestan para minimizar u ocultar hechos, para
suavizar o deformar realidades. El día de “El Maestro y La
Maestra” no es para felicitar a todos aquellos y aquellas que
contribuyen decisivamente, a formar hombres y mujeres conformistas,
apáticos, pesimistas, dóciles o individualistas. El día de “El
Maestro y La Maestra” no es para estimular a quienes forman a
hombres y mujeres que luego aceptarán, resignadamente, las
injusticias, atropellos y sufrimientos terrenales, con la sola
promesa de que en “el cielo” les irá mejor. El día de “El
Maestro y La Maestra” no es para endulzar u ovacionar a
quienes con su ejemplo contribuyen decisivamente a formar mujeres y
hombres deshonestos, frívolos, egoístas o irresponsables. El día
de “El Maestro y La Maestra” no es para agradar y agasajar
a aquellos y aquellas cuyos grados académicos, conocimientos y
capacidades, sólo les sirven para vestirse, presumir y
ensoberbecerse.
El
día de “El Maestro y La Maestra” no es para homenajear a
aquellos y aquellas que siempre andan en la búsqueda de cómo hacer
negocios dentro de las instituciones educativas, cómo ser
“comisionados”, cómo ser privilegiados, cómo cobrar más y
trabajar menos. El día de “El Maestro y La Maestra” no es
para vitorear a aquellos y aquellas cuya “sabiduría” sólo les
da para pisotear la autoestima de los estudiantes. El día de “El
Maestro y La Maestra” no es para enaltecer aquellos y aquellas
que acosan y abusan sexualmente de sus alumnos(as). El día de “El
Maestro y La Maestra” no es para glorificar a todos aquellos y
aquellas que califican a sus educandos según su posición económica,
color de piel, filiación partidista, credo religioso o medidas
corporales. El día de “El Maestro y La Maestra” no es
para alabar a aquellos y aquellas que han olvidado su actualización
permanente como condición para poder enseñar y aprender mejor, no
solamente para lograr un mejor salario.
El
día de “El Maestro y La Maestra” es para festejar en
grande y reconocer de pie, a todos aquellos y aquellas que nada
escatiman y dan su vida por la educación de los demás, por enseñar
a descubrir, no a encubrir, a las maestras y maestros sencillos, no
soberbios. Los(as) que se proponen y logran aprender a aprender,
aprender a enseñar, enseñar y aprender, y enseñar bien para que
los otros enseñen igual. Aquellos y aquellas que siempre andan
en la búsqueda de conocimientos y claridad para transmitirla a sus
semejantes. Los que nunca se quedan quietos en la investigación o la
docencia, para ayudar a que los demás aprendan a cultivar sus
conocimientos, multiplicar sus capacidades, aumentar sus habilidades
y desarrollar las sensibilidades suficientes para servir
correctamente a la sociedad; los que practican lo que enseñan y no
esconden lo que practican. A los maestros y maestras que viven y
mueren con los ojos abiertos, enseñando y aprendiendo, comprometidos
socialmente. A ellos y ellas que aprendieron, enseñan y defienden
vivir de pie, caminando no arrastrándose, exigiendo no implorando. A
todas ellas y ellos, a los(as) valientes no a los(as) cobardes, a los
congruentes, no a los cómplices.
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