Piensa, Prensa y Pega.

16 de mayo de 2012

Reflexiones y Precisiones


Resulta importante no olvidar las fechas valiosas para la sociedad, pero más debiera ser el hecho de tratar de recordar siempre, el por qué y los alcances de las celebraciones. Más por costumbre que por conocimiento y convicción, se hacen “puentes”, se entonan himnos, se pronuncian discursos, se queman cuetes y se comparten tamales, para celebrar y reconocer, todos los años, hechos históricos, días memorables y a personas que con su conducta, compromiso o compañía, contribuyeron grandemente a la construcción de la sociedad actual. Todos festejamos en “automático” y no pocas veces, casi nadie comprende con sentido crítico, la aportación social de la fecha rememorada o de la persona a quien se recuerda. Conviene pues, festejar conscientemente, celebrar sin extravíos y rememorar para aprender de las personas, los hechos y sus aportaciones.

El 15 de mayo se ha instituido como “Día del Maestro y la Maestra”, y todos los años se suspenden clases. En las instituciones educativas, se les organiza festivales con cantos, bailes, poemas y bocadillos. A los maestros y maestras se les dan regalos, reconocimientos, abrazos, sonrisas, se les atiende y mima a todos y todas por igual. Sin embargo, nadie trae a cuentas, críticamente, la trascendencia de su oficio, el significado y la enorme importancia estratégica que puede llegar a tener su actividad, como medio e instrumento para la transformación social, para la promoción de cambios favorables; como bujía para la energía social adormecida y como brújula para las inquietudes y propuestas ciudadanas. El maestro o maestra merecen lo que se le da y más. Bien ganadas tienen las atenciones anuales, aunque conviene aclarar que hay de maestro a maestro y de maestra a maestra.

Mucho bien haría puntualizar el día de “El Maestro y La Maestra”, que en esta fecha se les reconoce y celebra a todos aquellos y aquellas que desde el nivel preescolar hasta la universidad –desde la educación básica, hasta los posgrados-, nunca olvidan y mucho menos descuidan, la responsabilidad que tienen de formar a mujeres y hombres conscientes de su realidad, capaces, honrados, críticos, propositivos y comprometidos socialmente. Se debe recordar que el día de “El Maestro y La Maestra” se festeja en honor a quienes se preocupan y contribuyen a formar, no a deformar, a los que con su desempeño diario dan contenido a las mujeres y hombres que posteriormente sabrán conducirse y comportarse con responsabilidad y de manera digna, ocupados siempre del bien común y de lo sustantivo; lo real, no lo aparente, lo que trasciende, no lo que distrae, entretiene, confunde o atonta. Convendría recordar y recordarles en el día de “El Maestro y La Maestra” que esta fecha es para reconocer y aplaudir a todos aquellos y aquellas que entregan su alma, emociones, corazón y vida, en la formación de hombres y mujeres con conocimientos y capacidades para promover bienestar social, justicia, democracia y libertades plenas. Hombres y mujeres que se comprometan y coadyuven a buscar y construir una sociedad satisfecha, cuyo bienestar se disfrute, no se añore.

También debe dejarse bien claro que el 15 de mayo, día de “El Maestro y La Maestra”, no se estableció para ponderar a todos aquellos y aquellas que se prestan para minimizar u ocultar hechos, para suavizar o deformar realidades. El día de “El Maestro y La Maestra” no es para felicitar a todos aquellos y aquellas que contribuyen decisivamente, a formar hombres y mujeres conformistas, apáticos, pesimistas, dóciles o individualistas. El día de “El Maestro y La Maestra” no es para estimular a quienes forman a hombres y mujeres que luego aceptarán, resignadamente, las injusticias, atropellos y sufrimientos terrenales, con la sola promesa de que en “el cielo” les irá mejor. El día de “El Maestro y La Maestra” no es para endulzar u ovacionar a quienes con su ejemplo contribuyen decisivamente a formar mujeres y hombres deshonestos, frívolos, egoístas o irresponsables. El día de “El Maestro y La Maestra” no es para agradar y agasajar a aquellos y aquellas cuyos grados académicos, conocimientos y capacidades, sólo les sirven para vestirse, presumir y ensoberbecerse.

El día de “El Maestro y La Maestra” no es para homenajear a aquellos y aquellas que siempre andan en la búsqueda de cómo hacer negocios dentro de las instituciones educativas, cómo ser “comisionados”, cómo ser privilegiados, cómo cobrar más y trabajar menos. El día de “El Maestro y La Maestra” no es para vitorear a aquellos y aquellas cuya “sabiduría” sólo les da para pisotear la autoestima de los estudiantes. El día de “El Maestro y La Maestra” no es para enaltecer aquellos y aquellas que acosan y abusan sexualmente de sus alumnos(as). El día de “El Maestro y La Maestra” no es para glorificar a todos aquellos y aquellas que califican a sus educandos según su posición económica, color de piel, filiación partidista, credo religioso o medidas corporales. El día de “El Maestro y La Maestra” no es para alabar a aquellos y aquellas que han olvidado su actualización permanente como condición para poder enseñar y aprender mejor, no solamente para lograr un mejor salario.

El día de “El Maestro y La Maestra” es para festejar en grande y reconocer de pie, a todos aquellos y aquellas que nada escatiman y dan su vida por la educación de los demás, por enseñar a descubrir, no a encubrir, a las maestras y maestros sencillos, no soberbios. Los(as) que se proponen y logran aprender a aprender, aprender a enseñar, enseñar y aprender, y enseñar bien para que los otros enseñen igual. Aquellos y aquellas que siempre andan en la búsqueda de conocimientos y claridad para transmitirla a sus semejantes. Los que nunca se quedan quietos en la investigación o la docencia, para ayudar a que los demás aprendan a cultivar sus conocimientos, multiplicar sus capacidades, aumentar sus habilidades y desarrollar las sensibilidades suficientes para servir correctamente a la sociedad; los que practican lo que enseñan y no esconden lo que practican. A los maestros y maestras que viven y mueren con los ojos abiertos, enseñando y aprendiendo, comprometidos socialmente. A ellos y ellas que aprendieron, enseñan y defienden vivir de pie, caminando no arrastrándose, exigiendo no implorando. A todas ellas y ellos, a los(as) valientes no a los(as) cobardes, a los congruentes, no a los cómplices.

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