Los
gobiernos de este país son tan fregones y capaces de controlar y
predisponer de tanto, que ellos deciden: qué debemos conocer y qué
no, en qué debemos pensar, qué no debemos ver, qué no debemos
cuestionar, qué debe pasar casi inadvertido, aunque sea lo más
importante, a qué debemos dar trato de trascendente, aunque sea
totalmente lo contrario. En síntesis, ellos manipulan y condicionan
los oídos, la vista, el cerebro, el corazón y las emociones de los
mexicanos. Casi siempre y mayormente, el chiapaneco, mexicano, por la
educación que recibe, se encuentra en condiciones ideales para ser
empujado por los medios de comunicación, a vivir ocupado y
entretenido con las apariencias, lo superfluo, con los reflejos
distorsionados de lo esencial de la realidad. Bastante bien adormecen
a los ciudadanos mexicanos con ruidos musicalizados, novelas,
cortinas de humo y colores llamativos, mientras ellas, las
autoridades, aprovechan todo el poder político y económico a su
alcance, siempre en su beneficio, en detrimento de las mayorías y a
favor de las minorías que cada seis años con los “cambios de
gobierno” se renuevan o reciclan, para seguir los mismos, los de la
misma clase social, los que arman y desarman con las riquezas y
pobrezas de este país.
A
nivel nacional, hoy tienen entretenidos a casi todos los ciudadanos
con lo que hacen y dicen, la barbie Peña, la enclenque y velozmente
envejecida Josefina y el “amoroso” señor de las canas. Ellos
deciden el nivel de ruido que emiten estos personajes, casi sólo de
eso se habla y da la impresión que únicamente eso quita el sueño
a los chiapanecos y mexicanos en general. ¿Qué está sucediendo con
el Ayuntamiento de San Cristóbal de las Casas, sus
responsabilidades, saqueos y negocios, a unas semanas de que
concluya? ¿Qué está pasando con el gobierno de Chiapas, sus
“logros” y quebrantos? ¿Y cómo dejará –en lo económico,
político y social- a los mexicanos, el gobierno y administración
pública de Felipe Calderón Hinojosa? Pocos se ocupan de ello,
contados son los que pueden sustraerse al bullicio “informativo”
de que disponen las autoridades, para adormecer, atontar o llamar la
atención en la dirección que a ellos más les conviene. Han
acostumbrado a la sociedad a que viva, se alimente y conforme con
apariencias, que se preocupe de superficialidades, que se ocupe de lo
que al final, sólo termina beneficiando al injusto sistema social
que hoy somete y sojuzga a los mexicanos.
Por
ejemplo, hace más de dos décadas, cuando en Cuba, pequeño pero
gran país, se descubrió que dos militares de primera línea, amigos
íntimos y compañeros de lucha en la “Sierra Maestra” del
entonces presidente cubano Fidel Castro, resultaron implicados en
actividades de narcotráfico, por las que en muy pocos días se les
juzgó, sentenció y fusiló; se armó un escándalo internacional
que tardó en diluirse y olvidarse. Los especialistas internos y
externos razonaron en todas las direcciones, con diferentes acentos y
matices políticos. En México, ahora en el mes de mayo, detuvieron y
arraigaron a tres Generales y a un Teniente Coronel, mexicanos, todos
retirados hace poco tiempo, durante la administración de Felipe
Calderón, comandante supremo de las fuerzas armadas. A este hecho
apenas se le dio volumen en los medios informativos, su impacto está
siendo anulado. Cuando se pudo haber analizado y concluido mucho, se
ha dicho nada crudo y seco, comparado con lo grave, pesado, duro y
vergonzoso del caso. Da la impresión de que escogieron y sacaron el
caso en estos tiempos, sólo para distraer algo y por algo y
aprovechar para, entre ellos, medirse, cobrarse, calibrarse,
renegociar y redistribuir el poder que administran en las
instituciones involucradas, las que deben ocuparse seriamente de la
soberanía y la seguridad nacional.
Por
presuntos nexos con cárteles de las drogas hoy se encuentran
detenidos y arraigados, el ex subsecretario de la defensa nacional
durante este gobierno, General retirado DEM Tomás Ángeles Dauahare;
el General Brigadier DEM, Roberto Dawe González; el General Ricardo
Escorcia Vargas; y el Teniente Coronel Silvio Isidro de Jesús
Hernández. Por momentos dejan entrever que faltan muchos más de
alto rango castrense, que están administrando el asunto según les
conviene y que el caso puede dar hasta donde lo necesiten. Los
militares detenidos y arraigados, estuvieron en activo con el
presidente Felipe Calderón, no se está hablando de militares de
alto rango que sirvieron y se fueron con los ex presidentes, De la
Madrid, Salinas, Zedillo o Fox. En cualquier país, este muy delicado
y lamentable suceso hubiera bastado para remover –justa o
injustamente- de inmediato al General Secretario, hubiera colocado en
el suelo –con razón o sin ella- y con las manos atrás y atadas,
al comandante supremo de las Fuerzas Armadas, en este caso Felipe
Calderón, y en muy pocos días, hubiera estado suficientemente
claro. Qué tan culpables son los detenidos, cuánto pudiera obedecer
al cobro de facturas entre ellos, a purgas internas por presiones
internacionales o a “cirugías de emergencia” en previsión a
escenarios futuros, comprometedores y preocupantes, relacionados con
el relevo en la presidencia de la república. Pero no, en México, el
asunto pareciera que sólo será utilizado para acalambrar a quienes
se les necesita dentro o fuera y para dar lecciones a terceros,
aunque el costo resulte excesivamente oneroso y a cubrir por mucho
tiempo.
Sea
como fuere y concluya como lo dispongan los que mandan en este país,
las dudas, incertidumbres, preocupaciones y daños insubsanables
causados a la imagen, credibilidad y confianza de quienes se llaman
frecuentemente “gloriosas fuerzas armadas”, ya está hecho: el
disparo fue de calibre grueso, a corta distancia, en la cabeza y con
bala expansiva. En privado, lo han de entender muy bien los
militares con honor y honrados, aquellos que cuando ofrecen su vida
por la patria, hablan en serio. Los soldados de corazón, cabeza y
cuerpo han de estar entristecidos y quién sabe si no hasta lloran
por el desprestigio al que los han conducido.
Si
es cierto lo que les atribuyen a los militares detenidos, ¿cómo es
que con la tecnología e instancias de “inteligencia y
contrainteligencia” que ellos poseen y presumen, no se percataron
que los criminales los tenían penetrados y colaborando desde el
segundo cargo de mayor importancia en la Secretaria de la Defensa
Nacional, a dos pasos del Presidente de la República? Si es verdad
lo informado, alguien más allá de los detenidos, supo y se lo
ocultó al General Secretario y al Comandante Supremo, en el mejor
de los casos, en el peor, nadie ignoraba nada y entonces todo se hace
en previsión temprana a futuros escándalos y “bajas” que ellos
saben se avecinan, y por ello decidieron que los hoy arraigados y
los que pudieran agregarse, asuman desde ahora toda la culpabilidad
y sus consecuencias, con disciplina militar. Ya después buscarán la
mejor forma de librarlos, como sucedió con el recién asesinado,
General Mario A. Acosta Chaparro, detenido junto con el General
Francisco Quiroz Hermosillo, o decidirán que permanezca recluido
como el General Jesús Gutiérrez Rebollo. ¿Y si todo lo de los
Generales y el Teniente Coronel, es sólo una “investigación y
justicia” explicable por “normales” luchas de poder, “renuevo
y acomodo” frente al proceso electoral que se desarrolla?, algún
día se sabrá todo y entonces habremos de enterarnos cuánto de la
verdad completa nos ocultaron y por qué.
Lo
sucedido recientemente al interior de la Secretaria de la Defensa
Nacional, justo o no, fue precedido de una decisión del alto mando.
Investigar, detener, arraigar y posteriormente encarcelar a los
generales y al Teniente Coronel, tuvo que ser ponderado por el
presidente Felipe Calderón Hinojosa, su gabinete de seguridad y
hasta por sus asesores de imagen. Todo debió haber sido muy difícil
y por qué no, enormes las presiones internas e internacionales, como
para aceptar cortarse en el rostro y acomodarse un balazo en el pie.
Hoy, al desastre económico, al fracaso político, a la crisis
extrema de inseguridad y violencia, a las decenas de miles de
familias con hogares enlutados por la guerra contra la delincuencia
organizada, a la emergencia nacional que hoy sufre el país, por si
faltara, cierto o falso, Felipe Calderón, públicamente y con las
consecuencias presentes y futuras, nacionales e internacionales, con
su decisión aceptó, implícitamente, que comía, dormía, soñaba y
departía con el enemigo. Anótese bien, el asunto de los Generales,
el Teniente Coronel y los que se sumen, siempre perseguirá a Felipe
Calderón y no le dará dolores de cabeza; serán migrañas,
pesadillas, delirios de persecución, depresiones y hasta interés
relativo por el suicidio asistido, a lo mejor vía el vino y el
entorno que le acompaña.
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