Piensa, Prensa y Pega.

30 de mayo de 2012

Reflexiones y Precisiones


Los gobiernos de este país son tan fregones y capaces de controlar y predisponer de tanto, que ellos deciden: qué debemos conocer y qué no, en qué debemos pensar, qué no debemos ver, qué no debemos cuestionar, qué debe pasar casi inadvertido, aunque sea lo más importante, a qué debemos dar trato de trascendente, aunque sea totalmente lo contrario. En síntesis, ellos manipulan y condicionan los oídos, la vista, el cerebro, el corazón y las emociones de los mexicanos. Casi siempre y mayormente, el chiapaneco, mexicano, por la educación que recibe, se encuentra en condiciones ideales para ser empujado por los medios de comunicación, a vivir ocupado y entretenido con las apariencias, lo superfluo, con los reflejos distorsionados de lo esencial de la realidad. Bastante bien adormecen a los ciudadanos mexicanos con ruidos musicalizados, novelas, cortinas de humo y colores llamativos, mientras ellas, las autoridades, aprovechan todo el poder político y económico a su alcance, siempre en su beneficio, en detrimento de las mayorías y a favor de las minorías que cada seis años con los “cambios de gobierno” se renuevan o reciclan, para seguir los mismos, los de la misma clase social, los que arman y desarman con las riquezas y pobrezas de este país.


A nivel nacional, hoy tienen entretenidos a casi todos los ciudadanos con lo que hacen y dicen, la barbie Peña, la enclenque y velozmente envejecida Josefina y el “amoroso” señor de las canas. Ellos deciden el nivel de ruido que emiten estos personajes, casi sólo de eso se habla y da la impresión que únicamente eso quita el sueño a los chiapanecos y mexicanos en general. ¿Qué está sucediendo con el Ayuntamiento de San Cristóbal de las Casas, sus responsabilidades, saqueos y negocios, a unas semanas de que concluya? ¿Qué está pasando con el gobierno de Chiapas, sus “logros” y quebrantos? ¿Y cómo dejará –en lo económico, político y social- a los mexicanos, el gobierno y administración pública de Felipe Calderón Hinojosa? Pocos se ocupan de ello, contados son los que pueden sustraerse al bullicio “informativo” de que disponen las autoridades, para adormecer, atontar o llamar la atención en la dirección que a ellos más les conviene. Han acostumbrado a la sociedad a que viva, se alimente y conforme con apariencias, que se preocupe de superficialidades, que se ocupe de lo que al final, sólo termina beneficiando al injusto sistema social que hoy somete y sojuzga a los mexicanos.


Por ejemplo, hace más de dos décadas, cuando en Cuba, pequeño pero gran país, se descubrió que dos militares de primera línea, amigos íntimos y compañeros de lucha en la “Sierra Maestra” del entonces presidente cubano Fidel Castro, resultaron implicados en actividades de narcotráfico, por las que en muy pocos días se les juzgó, sentenció y fusiló; se armó un escándalo internacional que tardó en diluirse y olvidarse. Los especialistas internos y externos razonaron en todas las direcciones, con diferentes acentos y matices políticos. En México, ahora en el mes de mayo, detuvieron y arraigaron a tres Generales y a un Teniente Coronel, mexicanos, todos retirados hace poco tiempo, durante la administración de Felipe Calderón, comandante supremo de las fuerzas armadas. A este hecho apenas se le dio volumen en los medios informativos, su impacto está siendo anulado. Cuando se pudo haber analizado y concluido mucho, se ha dicho nada crudo y seco, comparado con lo grave, pesado, duro y vergonzoso del caso. Da la impresión de que escogieron y sacaron el caso en estos tiempos, sólo para distraer algo y por algo y aprovechar para, entre ellos, medirse, cobrarse, calibrarse, renegociar y redistribuir el poder que administran en las instituciones involucradas, las que deben ocuparse seriamente de la soberanía y la seguridad nacional.


Por presuntos nexos con cárteles de las drogas hoy se encuentran detenidos y arraigados, el ex subsecretario de la defensa nacional durante este gobierno, General retirado DEM Tomás Ángeles Dauahare; el General Brigadier DEM, Roberto Dawe González; el General Ricardo Escorcia Vargas; y el Teniente Coronel Silvio Isidro de Jesús Hernández. Por momentos dejan entrever que faltan muchos más de alto rango castrense, que están administrando el asunto según les conviene y que el caso puede dar hasta donde lo necesiten. Los militares detenidos y arraigados, estuvieron en activo con el presidente Felipe Calderón, no se está hablando de militares de alto rango que sirvieron y se fueron con los ex presidentes, De la Madrid, Salinas, Zedillo o Fox. En cualquier país, este muy delicado y lamentable suceso hubiera bastado para remover –justa o injustamente- de inmediato al General Secretario, hubiera colocado en el suelo –con razón o sin ella- y con las manos atrás y atadas, al comandante supremo de las Fuerzas Armadas, en este caso Felipe Calderón, y en muy pocos días, hubiera estado suficientemente claro. Qué tan culpables son los detenidos, cuánto pudiera obedecer al cobro de facturas entre ellos, a purgas internas por presiones internacionales o a “cirugías de emergencia” en previsión a escenarios futuros, comprometedores y preocupantes, relacionados con el relevo en la presidencia de la república. Pero no, en México, el asunto pareciera que sólo será utilizado para acalambrar a quienes se les necesita dentro o fuera y para dar lecciones a terceros, aunque el costo resulte excesivamente oneroso y a cubrir por mucho tiempo.


Sea como fuere y concluya como lo dispongan los que mandan en este país, las dudas, incertidumbres, preocupaciones y daños insubsanables causados a la imagen, credibilidad y confianza de quienes se llaman frecuentemente “gloriosas fuerzas armadas”, ya está hecho: el disparo fue de calibre grueso, a corta distancia, en la cabeza y con bala expansiva. En privado, lo han de entender muy bien los militares con honor y honrados, aquellos que cuando ofrecen su vida por la patria, hablan en serio. Los soldados de corazón, cabeza y cuerpo han de estar entristecidos y quién sabe si no hasta lloran por el desprestigio al que los han conducido.


Si es cierto lo que les atribuyen a los militares detenidos, ¿cómo es que con la tecnología e instancias de “inteligencia y contrainteligencia” que ellos poseen y presumen, no se percataron que los criminales los tenían penetrados y colaborando desde el segundo cargo de mayor importancia en la Secretaria de la Defensa Nacional, a dos pasos del Presidente de la República? Si es verdad lo informado, alguien más allá de los detenidos, supo y se lo ocultó al General Secretario y al Comandante Supremo, en el mejor de los casos, en el peor, nadie ignoraba nada y entonces todo se hace en previsión temprana a futuros escándalos y “bajas” que ellos saben se avecinan, y por ello decidieron que los hoy arraigados y los que pudieran agregarse, asuman desde ahora toda la culpabilidad y sus consecuencias, con disciplina militar. Ya después buscarán la mejor forma de librarlos, como sucedió con el recién asesinado, General Mario A. Acosta Chaparro, detenido junto con el General Francisco Quiroz Hermosillo, o decidirán que permanezca recluido como el General Jesús Gutiérrez Rebollo. ¿Y si todo lo de los Generales y el Teniente Coronel, es sólo una “investigación y justicia” explicable por “normales” luchas de poder, “renuevo y acomodo” frente al proceso electoral que se desarrolla?, algún día se sabrá todo y entonces habremos de enterarnos cuánto de la verdad completa nos ocultaron y por qué.


Lo sucedido recientemente al interior de la Secretaria de la Defensa Nacional, justo o no, fue precedido de una decisión del alto mando. Investigar, detener, arraigar y posteriormente encarcelar a los generales y al Teniente Coronel, tuvo que ser ponderado por el presidente Felipe Calderón Hinojosa, su gabinete de seguridad y hasta por sus asesores de imagen. Todo debió haber sido muy difícil y por qué no, enormes las presiones internas e internacionales, como para aceptar cortarse en el rostro y acomodarse un balazo en el pie. Hoy, al desastre económico, al fracaso político, a la crisis extrema de inseguridad y violencia, a las decenas de miles de familias con hogares enlutados por la guerra contra la delincuencia organizada, a la emergencia nacional que hoy sufre el país, por si faltara, cierto o falso, Felipe Calderón, públicamente y con las consecuencias presentes y futuras, nacionales e internacionales, con su decisión aceptó, implícitamente, que comía, dormía, soñaba y departía con el enemigo. Anótese bien, el asunto de los Generales, el Teniente Coronel y los que se sumen, siempre perseguirá a Felipe Calderón y no le dará dolores de cabeza; serán migrañas, pesadillas, delirios de persecución, depresiones y hasta interés relativo por el suicidio asistido, a lo mejor vía el vino y el entorno que le acompaña.

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