Hace algunos meses, como en pocas ocasiones, se conoció sobre corrupción académica y administrativa, tráfico de influencias, viejos cacicazgos, confrontaciones entre trabajadores académicos, altercados entre empleados administrativos, terrorismo académico, atropello a derechos humanos, acoso laboral y la práctica común de “calificaciones por favores sexuales” en la FACULTAD DE DERECHO de la Universidad Autónoma de Chiapas. En ese entonces, hace algunos meses, las partes fueron más allá de los dichos y con frecuencia exhibían evidencias irrefutables que no pocos conservan.
A menos de un año de todos estos sucesos lamentables que ocurrieran en una Facultad de Derecho, ¿qué ha pasado? ¿Los grupos internos de poder, por fin, se pusieron de acuerdo? ¿Los caciques lograron construir equilibrios? ¿Qué grupo perdió más, cuál ganó terreno, a quién arrinconaron? ¿A qué grupo se subordinó el actual director, Marco A. Besares Escobar?
Es impensable que el escenario de abusos, atropellos y deshonestidades económicas y académicas en la Facultad de Derecho de la UNACH, se haya erradicado; son usos y costumbres no de ahora, que se saben de ellas más o menos, según las habilidades, torpezas, ambiciones o perversidades de los directores en turno; no fue otra cosa y no es ninguna novedad. Tarde o temprano vendrá otro capítulo, igual o aún más vergonzoso y condenable. Ya veremos qué sucede ahora que Marco A. Besares Escobar sea llevado a otro lugar, donde se necesiten sus servicios.
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