Piensa, Prensa y Pega.

29 de junio de 2011

Reflexiones y Precisiones

A 6 meses de que inició funciones –de entretenimiento- el ayuntamiento de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, se confirma que solamente sirve para cultivar, esmeradamente, desconfianzas y decepciones. La presidenta municipal, Cecilia Flores Pérez, no ha sabido integrar y mucho menos cohesionar, a un cuerpo edilicio trabajando en torno a un plan y proyectos comunes, sin tintes partidistas y verdaderamente comprometidos en acciones de fondo que se reflejen en desarrollo, en todas sus formas, hacia el municipio de San Cristóbal.

Analizando con rigor, sin apasionamientos de ningún tipo y con ejemplos de sobra, se puede concluir que en 180 días, las autoridades coletas se han parecido más a una junta para ferias y festivales, antes que a un auténtico Ayuntamiento ocupado en desarrollar ideas y acciones sustantivas que impacten pronto y favorablemente en el bienestar social de la población. El Ayuntamiento de San Cristóbal no ha podido trabajar en equipo; no ha encontrado el rumbo correcto. Por ignorancia, inseguridad o ineptitud, se desplaza titubeando, atropelladamente, al tanteo y temeroso; ha quedado mal en todos sus ofrecimientos trascendentes; en su interior destaca la desorganización, improvisación, rivalidades, incomunicación, niñerías y confusión; y algo sumamente grave, han desarrollado algo parecido a una enfermedad contagiosa que les da por auto complacerse, mentirse e intentar engañar a quienes confiaron en ellos.

Cuando hace 6 meses tomó posesión el Ayuntamiento que preside la profesora Cecilia Flores Pérez, no eran pocos los que confiaban en ella, en comunidades, barrios, fraccionamientos y la ciudad. Empresarios, grupos religiosos, comunicadores, académicos, promotores del culto a ella y a la cultura, docentes, ciudadanos comunes, muchos fueron los que vieron en ella la posibilidad de que se hiciera realidad un gobierno y administración diferentes, que cuidara de los recursos del pueblo, que trabajara por el bienestar social –serio, algo más que de trenecitos y payasos-, que iniciara la cimentación para futuros gobiernos y ciudadanos responsables, que supiera cuidar y guiar los intereses y la energía de la colectividad, que buscara resolver, cuando menos, algo de la problemática acumulada y que viera en el cargo la posibilidad juiciosa de servir a la sociedad, corresponder a la confianza que le depositaron.

Cecilia Flores Pérez no solamente ha sido incapaz de cumplir sus ofrecimientos, sino que además, ha abonado demasiado de todo aquello que genera desconfianza hacia ella, decepción por el Ayuntamiento y expresiones de lástima hacia un gobierno y administración municipal que supo despertar grandes expectativas, pero que hasta hoy no da muestras de comprender la oportunidad de ser buen gobierno; responsable, honrado y oportuno, que aprendan a moverse por encima de los límites de la mediocridad y no que defiendan con pasión enfermiza el derecho a desempeñarse placenteramente en lo mediocre, frívolo, irresponsable, deshonesto y condenable por resultar incongruente con los ofrecimientos de campaña, e iguales a las prácticas de los gobiernos que ellos exhibían y rechazaban.

Con fundamentos sólidos, debidamente documentados, cotidianamente se lee o escucha que, el manejo de la cuenta pública municipal va mal, que las obras iniciaron sin cumplir cabalmente con la Ley de Obra Pública, que la ley de adquisiciones no se cumple y que el “gobierno” de Ceci, igual que los otros, es de usos y costumbres, no de leyes y profesionalismo, donde se demuestre respeto por las leyes y reglamentos, mística de servicio, convicciones sanas, principios sólidos y compromisos con el bien común. Públicamente o en privado, son los mismos miembros del Ayuntamiento quienes confiesan y confirman, hasta con documentos, todas las irregularidades y probables corrupciones de la presidenta y sus cercanos, y confían que ellos lamentan –algunos lloran- su incapacidad para poder corregir y reencauzar la administración y el gobierno que ofreció “El Cambio”.

Aun cuando abundan los argumentos, tres ejemplos bien podrían sintetizar y probar ineptitud, fracaso y traición del Ayuntamiento presidido por la profesora Cecilia Flores Pérez. Primero, la Ley Orgánica Municipal dice y obliga en su Artículo 36 fracción LXIII. “Publicar el primer lunes de cada mes en lugar visible de las oficinas del Ayuntamiento el presupuesto de egresos autorizado y la nómina de sus servidores públicos en los términos del Artículo 150 de esta ley”. ¿Qué apellidos están en la nómina, cuántas personas de los partidos políticos, cuántos familiares de las autoridades, como para que el Ayuntamiento lleve casi 6 meses sin cumplir?.

Segundo, la Ley Orgánica Municipal señala en su Artículo 37: “Los ayuntamientos que tengan una población mayor de 80 mil habitantes, publicarán cuando menos cada tres meses, una gaceta informativa en la que se publicarán las disposiciones legales, reglamentarias, bandos, acuerdos y circulares, así como el presupuesto autorizado y el ejercicio del gasto corriente, las inversiones realizadas y cualquier erogación efectuada durante el lapso de la publicación. De igual manera, la relación de servidores públicos que perciban remuneración, señalándose cargo y monto, así como el número de la partida presupuestal que se afecte y cualquier actividad que se considere relevante y digna de ser conocida por los habitantes. La distribución de la gaceta informativa será gratuita”. El Ayuntamiento, en los términos como aquí se establecen, ha incumplido absolutamente durante 6 meses.

Tercero, cuando el Ayuntamiento de Flores Pérez inició funciones, ofreció como algo “histórico”, casi como política pública, los “miércoles ciudadanos”, un espacio, según ellos, creado para escuchar y resolver problemas. Hasta el último “miércoles ciudadano” que se vio, se notó mucho que las personas cada vez asistían menos, y las autoridades municipales deben reconocer que todo se debió a que los ciudadanos descubrieron que era más de lo mismo, que resultó pura politiquería, que sólo servía para simular y manosearse, que no se ocupaba de las cuestiones de fondo y que muy limitadamente atendía, solamente, los problemas en su forma. El Ayuntamiento debe aceptar que ya les perdieron la confianza y que están en los límites para perderles el respeto, quienes lo tienen.

El Ayuntamiento de San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, deambula absolutamente extraviado de su función toral, olvidado de sus ofrecimientos con trascendencia social, encantando con nimiedades, contrariado con sus promesas, entretenido con minucias, cómplice voluntario o involuntario de posibles corrupciones y complacido, en grado enfermizo, con lo insignificante. Un Ayuntamiento debe servir para promover y provocar un desarrollo social, amplio y verdadero, no sólo para medio atender los servicios públicos, procurar ferias, festivales, entretenimientos y burdos reconocimientos calculados, con factura anexa. Arreglar calles, atender el alumbrado, torear ambulantes, levantar borrachos, recoger basura, repartir caridades y ocuparse de la policía, agua, vialidad y mercados, es un desempeño exageradamente pobre, si lo comparamos con las responsabilidades que las leyes establecen a los ayuntamientos.

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