Los políticos han de creer que los ciudadanos no ven y
que no tienen la capacidad mínima para analizar lo que sucede a su alrededor. Los
políticos desprecian el sentido común de los ciudadanos, y la buena malicia que
han desarrollado como resultado de las experiencias vividas con los malos
gobiernos.
El 12 de junio, en la ciudad de San Cristóbal de Las
Casas, Chiapas, “el pueblo más mágico
entre los pueblos mágicos”, se supo del feminicido de
Viridiana Flores Ramírez; que había
sido Omar Fernando Rosales Toledano,
secretario del Senador verde-ecologista,
Luis Armando Melgar Bravo; que la autoridad tuvo a su alcance al asesino y
que se le había “esfumado”; y que era
inocultable la intervención del Senador, para que todo quedara en la total
impunidad.
Primero, indudablemente, cuando hicieron que el
asesino asistiera al ministerio público y sintió “frio”, pidió auxilio a su
patrón; segundo, su patrón llamó a
su gran amigo, el gobernador, y, como
el asesino, el senador y el gobernador son
verde- ecologistas-¸ decidieron ayudarlo y facilitar el escape; tercero, cuando la noticia, en pocas
horas, traspasó las fronteras del estado y encabezó las notas de medios
nacionales como “Proceso” y “El Universal”, involucrando al Senador Melgar Bravo, éste y su gran amigo midieron lo que se les venía
y concluyeron que resultarían peligrosamente manchados. Fue entonces que decidieron recular y dar la contraorden
de ¡agarren al asesino!, ¡hágase justicia!, ¡aplíquese la ley! Ya para qué, había quedado claro que el
tráfico de influencias y la complicidad, existieron.
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