En este país,
nadie desconoce y menos se encuentra lejos de padecer la crisis económica que
desde hace buen tiempo llegó para quedarse: acelerado encarecimiento de los
productos y servicios básicos para vivir; desempleo; subempleo; y empleo mal
remunerado y sin prestaciones sociales, son el pan y la sal de la clase
trabajadora mexicana.
Un sistema de
salud en crisis profunda; un sistema educativo lleno de vicios y despreocupado de su excelencia; una corrupción que
permanentemente corroe, carcome y descompone los buenos valores y el patrimonio
de la sociedad mexicana; una impunidad que estimula y fortalece prácticas
antisociales y autodestructivas; y un tejido social, por todos lados, cada vez
más lastimado, son hoy las cartas credenciales del pueblo y gobierno,
mexicanos.
Frente a la
problemática que se vive, los gobernantes responden con acciones frívolas e
intrascendentes, socialmente: cruzada nacional
por el empleo; cruzada nacional por
la salud; cruzada nacional contra el
hambre; cruzada nacional por la
educación. Cruzados han de tener los
cables en la cabeza, las terminaciones nerviosas de sus ojos y los agujeros de sus
oídos: otra vez ya van mal y pagarán los
mismos.
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