Piensa, Prensa y Pega.

17 de julio de 2013

Reflexiones y Precisiones


El Órgano de Fiscalización Superior del Congreso del Estado de Chiapas, por todo lo públicamente conocido, es la institución encargada, prioritariamente, de lavar y planchar la corrupción en que incurrió el gobierno de Juan José Sabines Guerrero. Queda ya claro que la decisión de borrar todas las evidencias dejadas por Sabines Guerrero, es compartida por el gobernador Manuel Velasco Coello, por el Poder Legislativo, por los Senadores de la República, por los Diputados Federales y por los “líderes” de los partidos políticos del estado y del país. Las instituciones políticas y de gobierno, por lo que ya se ha visto, acordaron con anticipación, solapar los abusos en que incurrieron Sabines Guerrero y sus colaboradores, seguramente a modo de pago por el apoyo económico y político que “El güero” Velasco recibió durante la administración de Juan José Sabines Guerrero.

Si no se presentan inconvenientes mayores, todo apunta a que la administración de Sabines (abusos de poder, ejercicio indebido del cargo, enriquecimiento escandaloso, represión social, torturas ordenadas por él, encarcelamientos injustos, persecuciones y todo el desparpajo y desequilibrios con que se ocupó de la función pública), quedará en la total impunidad. Manuel Velasco Coello hasta hoy ha hecho nada para que se investigue y aplique castigo. Nadie de los que debieran pronunciarse fuerte y sin ambigüedades, cumple con su obligación, y quienes lo hacen son muy pocos. Por todo esto y lo que pudiera sobrevenir en los próximos meses o a cinco años y medio de Velasco Coello, es necesario dejarlo escrito: del tremendo saqueo a los recursos del pueblo chiapaneco, que bien han documentado ser miles de millones de pesos, no únicamente es responsable el gobierno que presidió Juan José Sabines Guerrero; a estas alturas ya también resulta culpable –por omisión o comisión- el gobernador Manuel Velasco Coello, que ante tal situación, durante siete meses, ha venido caminando y nadando de a muertito, en silencio cómplice. Con actitudes complacientes y con alusiones de puro compromiso y apariencia. Con frases y acentos bien cuidados que benefician y no molestan para nada a su compadre Juan José Sabines Guerrero, quien ya debiera estar rindiendo, cuando menos, su declaración preparatoria ante la autoridad competente.

En la historia de Chiapas, la no oficial, la administración de Manuel Velasco Coello quedará como un gobierno de total complacencia hacia Juan Sabines Guerrero. Un gobierno que permitió que se sustrajera, impunemente, el patrimonio de los chiapanecos. Un gobierno verde-ecologista, que pudiendo, no defendió los intereses del pueblo, ante quien protestó cumplir y hacer cumplir las leyes. Un gobierno verde-ecologista timorato y tibio; analfabeta político, por miedo, conveniencia, cobardía, escases de visión o por todo ello y quién sabe cuánto más. Un gobierno verde-ecologista de inexistente compromiso social, real, no de discurso, dado también al exclusivo cultivo de formas, con el único objetivo de detentar y prolongar, lo más posible, poder y dinero, en beneficio personal, de la familia y de los grupos de poder de siempre, locales y del país. Un gobierno verde-ecologista dirigido por Manuel Velasco Coello que resulta ya idéntico a una mezcla mejorada de administraciones priistas, perredistas y panistas. Una mezcla que, de no corregirse, amenaza terminar peor que los gobiernos que lo precedieron.

En Chiapas, no existe división de poderes y no es nada nuevo. Quien esto escribe así lo ha sostenido siempre, desde luego, apoyado en los hechos que a diario se conocen, y por si hiciera falta para registrar la historia del poder Legislativo local, ahora el diputado Marco Antonio Cancino González ofreció la oportunidad de constatarlo en vivo, con excesiva claridad y desvergüenza. El 10 de julio en el noticiario de la tarde por la radio XEWM, El legislador por el Partido Revolucionario Institucional –por ignorancia, servilismo o ambas cuestiones-, dijo “… como nos ha instruido el señor gobernador Manuel Velasco Coello”, en estos términos se expresó y quedó grabado para la historia del Poder Legislativo chiapaneco, para la historia y vergüenza de los diputados, el triste y desvergonzado papel de uno de los poderes de Chiapas, confirmando en ellos política bisoña, pobreza en sus principios y escases de dignidad. ¿Cómo está eso que el gobernador instruye a los diputados? ¿Gobernador, por qué abusa del poder?, ¿Gobernador por qué humilla de esta manera a los diputados y al pueblo de Chiapas?, ¿Diputado Marco Antonio Cancino González, ser instruido por el gobernador Velasco Coello, lo molesta o lo complace? Queda comprobado, los diputados son ignorantes, serviles y sinvergüenzas.

Los diputados locales, como siempre, mozos de oficio del gobernador. Afirmar, con pruebas irrefutables, que los diputados locales son también empleados de confianza del gobernador Manuel Velasco Coello, no es una aseveración menor, y decir igualmente que estos mismos legisladores también, recientemente, se comportaron como trabajadores eventuales del ex gobernador Juan Sabines Guerrero, empeora aún más su situación y la del futuro del pueblo de Chiapas. En la total irresponsabilidad social, como otros, también se conducen los legisladores: en lugar de legislar para mejorar las condiciones de vida de sus representados, viven solamente en la preocupación constante sobre el cómo hacerle para agradar al gobernador, cómo lograr que se fije en alguien de ellos y cómo hacerle para entrar en su corazón, sentimientos y decisiones futuras. Solamente de eso se ocupan y ni un milímetro más. INCOMPETENTES Y DESVERGONZADOS.

Los diputados como lavanderas de Juan Sabines Guerrero y empleados domésticos de Manuel Velasco Coello. Comprobado, como siempre, sumamente grave y preocupante para la consecución del bienestar social del pueblo de Chiapas. Un poder Legislativo manso, dócil, menso y únicamente pendiente de las necesidades personales del gobernador, jamás podrá ser coadyuvante responsable para la solución de la problemática social chiapaneca. Este poder Legislativo no es lo que el pueblo chiapaneco merece, el que necesita para tener un gobernador con freno y juicio, a quien se le exija definir y ajustarse, disciplinadamente, a un Programa Estatal de Desarrollo, objetivo y creíble, verdadero; un programa, no una colección de frases saturadas de demagogia; un gobernador controlado en sus derechos y evaluado en sus obligaciones; un gobernador ubicado en sus responsabilidades y respetuoso para con los otros poderes del Estado y el pueblo. Un gobernador, no un actor de circo, no un “proveedor de pan”, no un recurso humano de teatro, no un figurín de telenovela, no, sólo gobernador.

No hay comentarios: