Con todo lo que ha
venido sucediendo últimamente en la institución de “Los bomberos” del municipio de San Cristóbal de Las Casas, Chiapas,
tres cuestiones han quedado plenamente comprobadas: es un buen negocio; puede llegar a ser una fuente segura de
enriquecimiento y poder; y ahí se practica la corrupción, como entretenimiento
diario.
Si el regidor Marco Antonio Sánchez Guerrero, la
contadora y Lic. Georgina Alcázar Nájera
y el Lic. Jonathan Alejandro Díaz
Gallegos, públicamente, unos a otros, se exhiben pruebas de corrupción,
¿por qué nadie de ellos, después de varios meses, está en la cárcel?, ¿quiénes
son sus padrinos o madrinas?
Díaz
a Sánchez, le da trato de delincuente; Sánchez a Díaz, le habla como bandido; Díaz
y Sánchez tratan como empleada doméstica a Georgina Alcázar; y todos ellos, por
sus movimientos, acento y reservas,
parecen practicar demasiado bien costumbres de la delincuencia organizada. Todo esto sí está claro. Falta aclarar, ¿quién es el presidente de
la institución y qué hacen con los dineros que reciben? Sólo eso.
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