Piensa, Prensa y Pega.

8 de enero de 2014

Reflexiones y Precisiones



De pronto da la impresión de que el tema Movimiento Insurgente Zapatista fuera algo surgido hace nueve días, y no que lleva 20 años a la luz pública. Dos décadas donde, paulatinamente, unos más y otros menos, han ido olvidando que en el estado de Chiapas existe un Movimiento Insurgente Armado que mantiene una declaratoria de guerra contra el gobierno mexicano y sus instituciones. Hace 20 años, a los zapatistas, dígase lo que se diga, daba la impresión de que se les tomaba en serio, de que se les tenía mucho o algo de temor, pero de pronto como que todos se fueron acostumbrando y tomando distancia. Izquierda romántica, izquierda de ruido, izquierda de derecha, ONG’s, seudoacadémicos, seudoluchadores sociales, seudoinvestigadores e institutos políticos, de dentro y fuera del país, hicieron su mejor lucha para apropiarse de la insurgencia o guarecerse en el movimiento rebelde. Nadie lo logró. Los zapatistas aparecieron hace 20 años, hicieron lo que pudieron y se fueron retirando para irse a trabajar; fortalecer su resistencia, templar su rebeldía y ocuparse de darle fondo y forma a su autonomía.

Hace 20 años, a los gobiernistas se les escuchaba decir que en no más de 20 días el Ejército Mexicano aplastaría al Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Hace 20 años, muchos lamemanos apostaban que los zapatistas habían surgido para chantajear al gobierno y a los partidos políticos. Se les escuchaba decir que los encapuchados venían por cuotas de poder; ayuntamientos, diputaciones, senadurías y cargos en el gobierno, entre otras estupideces, que pronto aprendieron eran absurdos. Hace 20 años, casi nadie imaginaba que los zapatistas llegarían a los 20 años, luchando y mucho menos, que se multiplicarían, para llegar hoy a muchos miles más; convencidos de su lucha justa, entregados al cumplimiento de su deber y claros de que nacieron casi hasta sin derecho para morir. Aun con todo, los zapatistas ahí están; reproducidos en miles y geográficamente más extendidos. Con mayor fortaleza que hace 20 años, más experimentados, renovados y por si hiciera falta, más resueltos.

Hace 20 años, las condiciones de pobreza y marginación en el estado de Chiapas eran ya visibles y extremas; hoy, la realidad ha empeorado. Hace 20 años, la corrupción en el ejercicio del poder se presentaba con descaro; hoy, se ha agudizado de manera insultante. Hace 20 años, el desempleo era menos notorio; hoy, golpea a jóvenes y adultos, hombres y mujeres sin estudios, con licenciaturas, maestrías, doctorados y hasta con posdoctorados, a todos por igual arrincona y castiga el desempleo. Hace 20 años, la impunidad ya era visible, hoy, casi se ha convertido en deporte nacional. Hace 20 años, el abuso de poder en todas sus formas imaginables, se encontraba fácilmente en todas las acciones de gobierno; hoy, lo han vuelto sello oficial. Hace 20 años, la inseguridad era preocupante; hoy, es una pesadilla constante. Hace 20 años, el campo lucía abandonado; hoy, mayormente sólo produce pobres, miserias y lástima. Si hace 20 años las condiciones de “bienestar social” de los chiapanecos eran mejor que las actuales, la cuestión debe dar no únicamente para preocuparse, sino para buscar con urgencia, qué hacer y desde dónde. Tiempos mucho más difíciles se ven venir para los habitantes de las ciudades y el campo chiapanecos.

Hace 20 años ya existían “Los Sabines”, papá e hijo, y ya se sabía de sus capacidades para endeudar, abusar y robar, no para atender las necesidades urgentes y proyectar un buen futuro para los chiapanecos. Hace 20 años ya existían “Los Albores”, papá e hijo, y ya se conocía de sus habilidades  para reprimir, saquear, perseguir, torturar, simular, y no para construir lo que los habitantes necesitan para vivir como seres humanos, de manera civilizada y sin las injusticias propiciadas por los malos gobiernos. Hace 20 años ya existían “Los Robledos”, papá e hijo, que nada tienen que envidiarle a “Los Sabines” y “Los Albores”. Hace 20 años ya hacían travesuras los hijos de Albores y Robledo, los que hoy están haciendo cola como Senadores, para que en su oportunidad lleguen a “gobernar” Chiapas y continuar con los atropellos que sus padres iniciaron: más corrupciones, mayores miserias, más represión a los municipios autónomos, peores maltratos y seguramente, injusticias más profundas; si lo permiten los chiapanecos.

Hace 20 años ya había nacido Manuel Velasco Coello, el gobernador de Chiapas que a un año de haber sido ungido como titular del Ejecutivo, da muestras sobradas de que sí tiene la capacidad para echar por la borda el legado de su abuelo, el ex gobernador Manuel Velasco Suárez. Hace 20 años ya existían los niños y niñas que hoy juegan a hacer gobierno desde alguna oficina del Poder Ejecutivo, el Legislativo o algún Ayuntamiento chiapaneco. Hace 20 años muchos de los que hoy se ostentan como enriquecidos empresarios o ricos regidores, síndicos, presidentes municipales, diputados o senadores, eran pobres y vivían a la sombra de sus progenitores de sangre o de la política.

Hace 20 años era impensable que llegara un presidente de la república mexicana como  Enrique Peña Nieto y se atreviera a modificar la Constitución General de la República, para entregar las riquezas de los mexicanos a extranjeros; para traicionar a la patria; para abandonar sus obligaciones sustantivas en materia educativa; para colocar en la peor de las indefensiones a los trabajadores; para promover y permitir la reelección en los cargos de “elección popular”, que ya desde hace mucho ha demostrado traer más daños que beneficios; para volver presuntos delincuentes a todos los contribuyentes del estado y favorecer a los grandes capitales internos e internacionales. Hace 20 años resultaba inconcebible pensar que el gobierno y sus instituciones -con su indiferencia, sordera, deshonestidad y cinismo gubernamentales- iban a ayudar, tan decisivamente, a que el Movimiento Insurgente Zapatista se desarrollara y fortaleciera tan firmemente. A 20 años, casi nadie se imaginó que los Zapatistas llegarían a los 20 años y que todavía les falta muchos 20s por cumplir. La pobreza, exclusión e injusticias sociales, sin lugar a dudas, lo garantizan.

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