Nuestros viejos enseñaban que
había que ocuparse de no perder la vergüenza. Decían, cuando
el hombre o la mujer pierden la vergüenza, ya cualquier cosa puede
suceder. Un
ejemplo y lección bien clara de pérdida de vergüenza, dignidad y
principios, han venido ofreciendo los actuales diputados y diputadas
chiapanecas.
Presumen
su desvergüenza cuando
anuncian que fueron los primeros en aprobar la reforma energética.
Presumen
su desvergüenza cuando
anuncian que fueron los primeros en aprobar la reforma educativa.
Presumen
su desvergüenza cuando
anuncian que fueron los primeros en aprobar la reforma política. Y
así hasta el final.
Desvergonzados
y cínicos, no
se dan cuenta que anuncian ser los primeros en traicionar al pueblo
chiapaneco, en arrodillarse a Velasco
Coello y Peña Nieto. Primero
se pierde la vergüenza, ya después nada cuesta perder hasta los
calzones.
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