El 15 de mayo se celebró en México el “día del maestro”: a todos les dan el día libre, se les procura discursos, regalos, comidas, poemas, vinos, música, abrazos y besos. Todo, para reconocer su entrega, función y trascendencia de su oficio.
Sin embargo, conviene reflexionar si: Debe festejarse al maestro que enseña a cerrar los ojos ante una realidad injusta; al maestro que enseña a guardar silencio complaciente; al maestro que enseña las formas para acomodarse ante el poderoso; al maestro que enseña a simular para que alguien avance, mientras muchos padecen; y, al maestro que enseña a ser dócil, insensible e irresponsable social.
O, aprovechar la fecha para celebrar y recordar, para aprender, de todos aquellos maestros que diariamente se entregaron, para formar hombres y mujeres, con conocimientos amplios y sólidos, que ayudaran a comprender la realidad, que posibilitaran elementos de conocimiento para transformarla en beneficio de la sociedad, para vivir mejor, no para someterse más fácil y más pronto.
En grande hay que celebrar y aprenderle al maestro que enseñó y enseña, la necesidad y el valor del compromiso social, de la lucha diaria, del aprender para enseñar y del comprender para transformar.
Entonces, el 15 de mayo “día del maestro”, ¿quiénes merecen ser celebrados?, los que ayudan a conocer, aprender, comprometerse y a transformar con beneficios sociales, o, los que contribuyen a conocer para aprender a esconder, a mentir y enseñar a explotar.
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