Desde
Desde Naciones Unidas se dice, que es en América donde más sufren quienes, con su pluma o su voz, se dedican al trabajo de intentar despertar conciencias, al oficio de denunciar injusticias, o a la ocupación de escribir y difundir lo que muchos callan: por comodidad, conciencia o complicidad.
Difícilmente se encontrará quien pague por escribir y denunciar injusticias: abundan quienes andan en la cacería, de quien sirva para propalar mentiras, ocultar abusos o confundir para distraer.
La mayoría de los comunicadores que mal viven de su pluma o su voz, honestas, tienen sólo dos opciones: o se deciden a vivir pobremente, alquilando su trabajo, o toman la determinación de vivir pobres y perseguidos.
Frente a ellos, hay no pocos que viven en la abundancia y los privilegios, pero, viven hincados, adulando, mendigando y, traicionando siempre la función sustantiva de su oficio; Función que debería ser, posibilitar elementos de conocimiento que contribuyan a construir una sociedad responsable, crítica, propositiva y justa. Donde Sociedad y Gobierno vivan complementándose, no enfrentándose; facilitando la vida plena, no complicando la vida diaria; y, promoviendo buenos valores y principios, no vicios, irresponsabilidades, corrupciones, violencias y rencores.
Contrariamente al oficio de político de templo, que trabaja por su paraíso en el más acá y en el más allá: el comunicador tiene que librar el infierno de aquí y las amenazas de infierno allá.
No hay comentarios:
Publicar un comentario