Cada día es más evidente que los partidos Políticos del país, no representan los intereses de los mexicanos: unas son las necesidades del pueblo, y otras las ocupaciones de los Institutos Políticos.
En los Ayuntamientos, los Congresos Locales y el Congreso de la Unión, diariamente se conoce del desempeño de los partidos: siempre forcejeando por el manejo del poder, para su beneficio; constantemente ocupados en alimentar, proteger e incrementar los intereses de grupo o familiares; y, frecuentemente se entretienen sólo en ubicar las mejores oportunidades, para traficar con las relaciones posibles desde el cargo.
Los partidos y sus Políticos, siempre se mueven distraídos en la búsqueda del poderoso en turno, para provocarlo, atraerlo, entusiasmarlo, despertar sus deseos y entregársele, todo, para después cobrar esas perversiones y prostitución del poder, con favores que incrementen sus capacidades económicas y poder, en todos los sentidos.
Poder para servirse de los demás; poder, para atropellar los derechos de terceros; poder, para abusar de los recursos públicos; y poder, para corromper, traficar y mentir, con total impunidad.
En México, Chiapas y San Cristóbal, los partidos políticos, por su conducta y quehacer, no tienen razón de ser y existir: han olvidado que, históricamente, surgieron como una necesidad social; para representar a los ciudadanos y coadyuvar a organizar la energía social que identifique, atienda y supere los problemas, inquietudes y necesidades, buscando soluciones comunes, respuestas justas y atenciones prontas.
Los Partidos Políticos han extraviado su función social: su oficio se ha convertido en una actividad comercial más, en un negocio prometedor para gentes sin principios, dignidad y vergüenza.
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