En los últimos meses, el Gobierno Federal arreció su campaña para convencer a los mexicanos, que va ganando en su lucha contra la delincuencia organizada, particularmente contra los narcotraficantes.
El Presidente de México y miembros del gabinete de seguridad del Gobierno de la República, declaran que el combate en contra de la delincuencia, va bien y es la correcta, que la alfombra de muertos producto de enfrentamientos, “sorpresas” y secuestros, son reflejo de organizaciones heridas de muerte, acomodando sus fuerzas y oponiendo resistencia, con todo lo que tienen.
El Presidente Calderón, recién dijo que: la grave violencia que se vive y el enorme tamaño y poder acumulados por los delincuentes, son resultado de cobardías, irresponsabilidades y complicidades de Gobiernos anteriores, pero, no aporta elementos que ejemplifiquen; investigación, consignación y castigo a ellos.
Si el Gobierno sabe, los señala y no los castiga, ¿no correrá el riesgo, también, de quedar como cobarde, irresponsable y cómplice?.
El Gobierno, pone especial interés para convencer que lleva ganada la lucha contra los delincuentes, sin embargo la realidad le ayuda nada: en los últimos meses se han observado niveles de violencia y criminalidad jamás vistas; los delincuentes se han movido de la defensiva a la ofensiva, provocando y desafiando a las Autoridades de todos los niveles; y, según estadísticas oficiales, en lo que va del año se han dado un promedio de 10 muertos diarios en el país, relacionados con la delincuencia organizada.
Hasta hoy, sólo una cuestión ha quedado clara: la delincuencia si está organizada y el Estado Mexicano ha sido incapaz de mostrar resultados claros y contundentes; donde bajen los niveles de violencia y criminalidad, y que la seguridad, más allá del discurso, se palpe y disfrute.
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