Quienes no venden su pluma, no “rematan” sus espacios y no comprometen su voz, llevan meses diciendo que en Chiapas hacen falta: un buen ejercicio de Gobierno; un liderazgo con tamaños; y un destino claro. Un Gobierno medible en la realidad cotidiana, no sólo apreciado y apreciable en los textos y las voces en los medios.
Todos los días aparece algún Político declarando que en Chiapas existe dirección, pulso y orden; diariamente, un funcionario expresa que su Gobernador enfrenta con visión y valor los problemas; a diario les dicen a los chiapanecos que les están cimentando un futuro mejor; y es común leer, ver y escuchar, de políticos y funcionarios, que en Chiapas se atienden puntualmente los problemas del campo y las ciudades.
Todos éstos que viven de los recursos públicos: traicionan y engañan a su Gobernador y causan daños enormes al pueblo chiapaneco. Si el Ejecutivo se diera tiempo para observar, analizar y ponderar, lo que le dicen sus empleados y quienes algo esperan de él, descubriría que está rodeado de enemigos; por intereses, perversidades, ambiciones o ineptitudes.
Un Gobernador debe aprender que sus éxitos y fracasos, quien mejor se los puede medir y explicar , es el pueblo y no sus empleados, y él está obligado a garantizar los espacios para que los ciudadanos, le aplaudan o exhiban, le reconozcan o exijan.
Un buen Gobierno provoca el acompañamiento de su pueblo: los malos, se acompañan sólo de sus empleados.
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