Uno de los negocios más redituables para los Gobiernos surge de los desastres naturales, se generan en la propuesta de los programas y la administración de los recursos destinados a las contingencias.
El negocio empieza desde el momento en que se precisa la magnitud de los daños, después, elaborando programas con holgura suficiente para la manipulación de los recursos económicos y materiales.
Así mismo, argumentando “urgencias, prisas e instrucciones superiores”, violan hasta lo más elemental de la normatividad para el ejercicio de los recursos públicos.
Cuando se presentan desastres naturales, las preocupaciones de Presidentes Municipales o Gobernadores son; cómo hacerle para “madrugar” al fondo para la atención a desastres; de qué manera comprobar los recursos; y para concluir, cómo diseñar una novedosa campaña en los medios, donde los afectados “agradezcan los históricos apoyos recibidos”, aunque todo esté mal abordado, peor hecho, inconcluso o atendido a medias.
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