Algunas de las peores conductas en que incurre el ser humano o los Gobiernos, cuando sus trastornos y descomposición moral resulta ya irreversible: son la hipocresía, la simulación y las patológicas mentiras, incluidas las piadosas.
Son conductas tan reprobables que, incluso algunos grupos religiosos los llegan a calificar casi como pecados, aunque no pocos de ellos se presten para, “lavarlos, tenderlos y plancharlos”.
Reflexiono sobre esto, debido a la reciente visita de Margarita II Reina de Dinamarca, a quien los Gobiernos, Federal, Estatales y Municipales que visitó, le escondieron la realidad en que viven los mexicanos.
Cuidaron que sus ojos no se fueran a topar con miserias; mantuvieron sus oídos lejos de cualquier posible grito de inconformidad; y en general, la mantuvieron alejada de lo que es y se padece en el país.
Margarita II tuvo la seguridad y facilidad para visitar los lugares que a los Gobiernos les interesó que conociera: que se llevara la impresión de que en México la mayoría vive bien; que sintiera que se respira armonía y felicidad; que es seguro para invertir; y, que es un país necesitado y deseoso de la inversión extranjera.
Además, hacerle sentir calor festivo, admiración y entrega, casi como dicen que sucedió con Cristóbal Colón o Hernán Cortés. Sólo faltó que dispusieran los rituales, danzas, doncellas y ofrendas de aquellos tiempos.
¡Que ridículo!, Margarita de Dinamarca, sólo es una señora con “ropaje viejo” que, gracias a personas como las que la atendieron en México, con recursos públicos, ella puede todavía sentir los tratos propios de siglos viejos.
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